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AL CALOR DE IQUITOS

Vive una aventura por el río Amazonas y sorpréndete con la flora y fauna de la selva.

Mirar al horizonte genera un estado de paz, un sentimiento de placer. Pero la inmensidad de su selva ofrece más que un paisaje de postal. Si estás planeando viajar a Iquitos, te decimos la ruta a orillas del Amazonas que no puedes perderte.

Iniciarás la travesía en el puerto de Nanay. Allí un bote rápido te llevará en 45 minutos a la isla de los Monos, un centro de rescate donde es posible interactuar con ellos. Evita usar arete y pulseras, y mantente alerta, pues estos animales son rápidos y pueden tomar tus lentes o tu celular en un instante. Si piensas cargarlos, no te apliques repelente porque es tóxico para los monos. El ingreso es S/20.

En busca de posada

A 80 kilómetros de la ciudad encontrarás hospedajes como el Heliconia Amazon Lodge. Situado a orillas del río y en medio de la vegetación, es un buen lugar para desconectarse y disfrutar de la naturaleza.

Debido a su estratégica ubicación, son propicias las incursiones diurnas y nocturnas por sus alrededores.

En estos paseos te toparás con diversos especies como tarántulas, sapos miniaturas y murciélagos.

El avisamiento de aves es otra actividad común en la zona. Para realizar tienes que trasladarte en balsa hacia uno de los afluentes del río Amazonas porque allí se alimentan. Las mejores horas para ver al tuki, al martín pescador y al busardo colorado son las 7 y 8 de la mañana. No olvides llevar binoculares para observarlas con más detalle.

 

Encanto nativo

A 15 minutos en lancha del alojamiento está la comunidad de las yaguas. Una población formada por 12 familias que han decidido mantener sus costumbres y tradiciones. Si la visitas por las mañana (alrededor de las 10 a.m.) los verás con sus trajes típicos y podrás participar en sus danzas y ceremonias. Ellos venden artesanías desde S/5.

Siguiendo el recorrido en bote, anclarás en la isla Yanamono para apreciar a la majestuosa Victoria Regia, un gran lirio de agua que llega a medir 1,50 metros de diámetro. Dependiendo del calor, su flor va cambiando de tonalidad. Aquí también te sorprenderás con los delfines rosados, que dan ligeros saltos mientras buscan sus alimentos. En resumen: una experiencia que vale la pena vivir.

 

Publicado en Vamos(El Comercio), 15 de Abril del 2018