LOCURA COLECTIVA

Al relatar la vida de su padre, un periodista examina la persistente conducta autodestructiva de su país, Argentina.

"Antes de tirarse de un pa´lito (de pie) de un piso de dieciséis, papá se despidió de la clase obrera argentina". Con esa irresistible oración, Martín Sivak inicia "El salto del papá", un best seller en Argentina desde su publicación el año pasado. La novela es un conmovedor homenaje a su padre y también una reveladora examinación de la persistente y patológica conducta autodestructiva de su país.

El papá en cuestión, Jorge Sivak, fue un hombre de contradicciones: banquero, empresario inmobiliario, comunista. Fue guerrillero urbano y entre sus contactos figuraban militares y políticos de muchas tiendas. Se suicidó el 5 de diciembre de 1990, el día que las autoridades dictaminaron la quiebra de la empresa financiera de la familia, la cual era el remanente del imperio empresarial erigido por el abuelo de Martín, Samuel Sivak, que inició invirtiendo fondos del partido Comunista Argentino.

Antes de arrojarse al vacío, Jorge saludó a unos horrorizados obreros que construían un hotel Hyatt. Su salto coincidió con el desmoronamiento del comunismo. Martín tenía 15 años. A pesar de sus defectos, Jorge fue un padre amoroso e interesante. Llevaba a su hijo a reuniones con conspiradores y a ver los partidos de Independencia. Le presentó al ídolo de ese equipo, Ricardo Bochini, amigo personal y héroe de la clase trabajadora en una época en que los futbolistas eran timados en lugar de ser mimados.

El libro es "primero que nada... el texto de un hijo que ha estado de duelo por 25 años".

Lo que llama "la gran pregunta infantil- ¿por qué nos abandonaste?-" le llevó a un intento "de entender por qué se suicidó y cómo había sido su vida". Para responder esas preguntas, el autor, también periodista, entrevistó a quienes conocieron a su padre- como se trata de Argentina, incluyó a su sicoanalista y a su peluquero-.

Esas personas evocan un periodo trágico y extraño, centrado en el conflicto de la guerra fría entre peronistas, guerrillas inspiradas en el Che Guevara -que era argentino, después de todo- y las Fuerzas Armadas y sus aliados. Esto continúo, en la sombra, incluso después de que la dictadura militar de 1976-83 dio paso al Gobierno de Rául Alfonsín.

El hermano mayor de Jorge Sivak, Osvaldo, que había sido entrenado como sucesor de Samuel, fue secuestrado por oficiales de la Policía anticomunista, en 1979 y nuevamente en 1985. Sospechaban que la empresa de Sivak lavaba dinero de la guerrilla. Los secuestradores se embolsicaron un rescate de US$ 1.1 millones y luego mataron a Osvaldo.

Jorge era un empresario renuente y desalentado, operando en una Argentina donde los negocios, la política y las armas estaban entrelazados. Se hizo amigo de oficiales militares, en especial de los carapintadas, amotinados de extrema derecha que amenazaron repetidamente al Gobierno de Alfonsín. Lo que intentaba hacer, de un modo quijotesco, era unificar Argentina, pero alrededor del nacionalismo y no de la democracia.

Su empresa financiera realizó préstamos a políticos que nunca los cancelaron; Jorge dio empleo a amigos y contactos políticos. Orgulloso de haber sido prisionero político, temía ser encarcelado por delitos financieros. Ese miedo, sumado a la "culpa del sobreviviente" que sentía, parece haberle conducido al suicidio.

Un caso extremo

Según su sicoanalista, Jorge era "casi un caso neurológico". Este diagnóstico también también se aplica a la Argentina de ese periodo.

Si bien hubo movimientos guerrilleros y respuestas dictatoriales en toda América Latina, la violencia de izquierda y su represión fueron extremas en Argentina, un país que ha tenido dificultades para aceptar límites -lo que podría explicar la adicción al sicoanálistas de su clase media-.

Se necesitan muchas tesis doctorales para explicarlo.

Quizás tenga algo que ver con su pasada riqueza y su enorme extensión -una población de 45 millones en una superficie casi del tamaño de la India-, o la masiva inmigración de anarquistas italianos y españoles, entre ellos la abuela materna de Martín.

A pesar de sus continuas dificultades para alcanzar la estabilidad económica, Argentina ha logrado superar su afición por la violencia política durante los últimos 30 años, y las Fuerzas Armadas ya no desempeñan ningún papel en la política.

Tal vez sea progreso el hecho de que, en la víspera de la cumbre del G20 en Buenos Aires, el 30 de noviembre, la noticia más importante haya sido la actitud de los barrabravas que impidió la realización de la segunda final de la Copa Libertadores entre Boca Juniors y River Plate, los dos equipos más grande del país.

También es notorio que, pese a que la economía argentina ha vuelto a caer en recesión e inflación, no es imposible que el Gobierno reformista y moderado de Mauricio Macri gane las elecciones el próximo año. Pordría ser que, quizás, Argentina está madurando.

Publicado en Gestión, 04 de diciembre del 2018.