LA CARTA DE LOS NIÑOS

YOEL CHLIMPER CELIS

CEO DE MAMBO

Todos los años, la CADE reúne a los empresarios para hablar del desarrollo del país. Este año, una iniciativa de IPAE, Enseña Perú y Perú Champs decantó en el reto de darle una voz al futuro más próximo: los niños del país.

En preparación para el evento, estas organizaciones pidieron a 700 niños de distintas regiones que escribieran cartas a los empresarios. Las palabras que enviaron fueron conmovedoras, tanto por los sueños y esperanzas que compartían como por la claridad con la que diagnosticaban los problemas de nuestro país. El reto que nos compartió IPAE fue el de encontrar la forma de condensar 700 voces en un único mensaje compuesto por el futuro del país.

El primer paso fue simple: digitalizar las cartas para generar una base de datos de 42, 500 palabras anexas al origen y nombre de cada niño o niña. Un análisis simple de frecuencia permitió identificar que "mal", "mejor", "país", y "todos" fueron palabras que más escribieron. También nos permitió identificar que las dos preocupaciones más comunes entre los niños de nuestro país son el medio ambiente y la equidad de género. Estas preocupaciones eran transversales a todas las regiones del país, y a la costa, sierra y selva. El mensaje era claro.

La construcción de una carta única con una sola voz se logró gracias a Watson de IBM. Su habilidad de Personality Insights, que utiliza procesamiento de lenguaje natural y modelos de machine learning, nos ayudó a modelar un perfil psicográfico de ese niño colectivo que representa al Perú. Watson nos describió niños y niñas dentro del percentil 99 de actitud amable y con percentil 98 de vocación de servicio. En otras palabras, una niñez generosa y desprendida, preocupada por el bienestar común. Esto se evidencia claramente en las palabras de Mario que con 9 años y desde Junín escribe: "Mis amigos y yo queremos que nuestros animales, aves, árboles y personas sean felices".

Watson, sin embargo, también nos devolvió un diagnóstico menos alentador. El reporte nos describió un nivel bajo de alegría (percentil de 43 de la población) y una enorme necesidad de insatisfecha de armonía familiar. La melancolía de nuestros niños se manifiesta con dureza en frases como "Vivimos en un país que parece malogrado" (Yolvin, La Libertad) y "Nuestro país de ahora no es hermoso" (Irma, Lima).

Con ayuda de psicólogos y antropólogos de nuestro quipo, seleccionamos las frases que más encarnaban el perfil psicológico antes descrito y las concatenamos en una única carta. Al terminarla, la compartimos nuevamente con Watson e iteramos múltiples veces hasta que la carta resultante tuviera un perfil similar al que teníamos de la sumatoria de cartas.

Cortesía de la generosidad de Milo Radovic, quien en la semana de su matrimonio aceptó unirse a esta aventura pro bono, pudimos llegar a la fecha y compartir un emocionante video con toda la audiencia de la CADE. Todos los involucrados tuvimos la sensación de impactar en algo las mentes de una clase empresarial y política que por momentos pareciera atrapada en sus presupuestos, incentivos y objetivos de corto plazo.

Esta historia deja dos aprendizajes tremendos, que hoy comparto con ustedes. El primero, que cuando existe un propósito y un equipo comprometido, se puede generar un impacto transcendental en menos de una semana.

El segundo viene de los propios niños y niñas que escribieron las cartas. Tuve la suerte de leer decenas de ellas y es alentadora la capacidad de autoconciencia: ellos señalan los problemas de la sociedad, pero se ven a sí mismos como los primeros responsables de repararlas.

Me despido tomando las maravillosas palabras de María Jesús, de Apurímac: "Chau, señores, hagan bien su trabajo y cuiden de nuestro país".

Publicado en Gestión, 6 de diciembre del 2018.