¿Retracción empresarial ante vientos adversos?

 

Estamos al tanto de la turbulencia económica mundial imperante y la inestabilidad del mercado y las expectativas que ello conlleva. También es claro que no sabemos a ciencia cierta la profundidad y extensión de este fenómeno y la magnitud de su efecto para nuestro país.
Ante la incertidumbre, la cautela y el actuar prudente de personas, organizaciones, empresas y Gobierno gravitan dentro de un conjunto de factores de entorno. Sin embargo, las decisiones y acciones de los distintos actores influirá en su propio comportamiento y en los demás, ligados e interdependientes.
Ya estamos observando diversas manifestaciones empresariales. Mencionaremos algunas: recelo, recorte en planes de inversión, acceso al crédito más selectivo y oneroso, extensión en los plazos de pago, despidos anuncios de reducción de puestos de trabajo, petición al Gobierno de revitalizar la economía nacional. No vaya a ser que la inmediatez y la aplicación de medidas, siendo necesarias subordine un entendimiento más cabal y sopesado de la problemática particular de la empresa.
Ante la crisis una medicina paliativa para tentar una cura es ingeniarse liquidez: dinero en caja; vale decir, depender más de uno mismo. Se tienen varias maneras de acometer este reto, algunas propias a la empresa y otras que le son externas. Ahora, se hace imprescindible un manejo financiero más acucioso que persiga, entre otros, disminuir el nivel de endeudamiento y lograr un adecuado capital de trabajo.
Hemos de propugnar que menos dinero salga de la empresa; por ejemplo, reducir gastos discrecionales, postergar pago de dividendos, asegurar recursos que sean costo-efectivos. Partiendo de nuestras propias operaciones cómo y que hacer para apuntar la liquidez y ser competitivos: procesos y actividades que se pueden subcontrariar o tercerizar, inventarios bien gestionados que logrando disponibilidad mejoren el flujo de caja, revisión con mente abierta de todo aquello que ha venido prevaleciendo para buscar mayor eficiencia y productividad. Hoy se hace indispensable actuar en conjunto; la acción coordinada y preactiva entre áreas funcionales y colaboradores puede representar una fuente insospechada de aportes. La gestión logística y las relaciones con los proveedores también ofrecen un espacio a explorar. No es solo cuestión de regatear y presionar por precio – si uno gana y el otro pierde siempre habrá un afectado y por tanto una relación frágil - sino intentar sentarse a dialogar con los que nos interesan para elaborar agendas de trabajo mutuamente beneficiosas. Puede ser el momento de enfriar – hasta vender – activos y negocios que son prescindibles según la orden según la orientación futura asumida por la empresa ante el estado de cosas actual.
Sin embargo, no hemos de olvidar que derivado de crisis y recesiones se presentan excelentes oportunidades de innovar (el ayer nos brinda un sinnúmero de ejemplos de experiencias y logros destacables). Se incuban nuevas y distintas necesidades del consumidor que, con presupuestos familiares menores o intenciones de compra menos impulsivas, pretende una oferta ad hoc. Las empresas requieren propuestas novedosas y pertinentes en un mercado convulsionado. Por tanto, hay que saber ser austeros pero sin hacerlo a rajatabla y en todo; habrá nuevos productos y servicios prometedores que uno va a tener que nutrir y desarrollar internamente para diferenciarse, en su momento, como empresa.
Ante la decisión inmediata de muchos de postergar o descartar inversiones, pasado el fuerte remezón bien valdrá la pena sopesar que inversiones en recursos y talentos se deberán acometer en tiempos buenos.
Enfrentaremos a la adversidad, ¿con recetas acostumbradas y “probadas” o con propuestas novedosas- posiblemente más complejas y riesgosas- que busquen superar o amilanar las dificultades? Se resalta mucho el concepto de la responsabilidad de la empresa ante la sociedad y su efecto social, pues ahora la empresa tiene una excelente oportunidad de quilatar y poner a prueba ese compromiso.
Liquidez y racionalidad son un buen remedio para sobrellevar la enfermedad, pero si además se aplican con ingenio y sabiduría pueden redituar ventajosamente cuando el ciclo recesivo comience a cambiar de vientos.

 

Publicado en: diario Gestión (jueves 11 de diciembre del 2008)