LA BOLSA O LA VIDA

*Carlos A. Anderson

Pasado el susto de 2008, parece retornar con fuerza de huracán centroamericano la enorme rentabilidad potencial de la Bolsa de Valores de Lima (BVL). En lo que va del añp, el retorno promedio de la plaza limeña mediado en dólares alcanza el 90%, con lo que la BVL pasa a ser, como lo fue en el 2007, una de las bolsas más rentables de América Latina y del mundo. El consenso de los analistas del mercado es que -en lo que resta del año- el freno a la caída libre de la producción mundial, el resurgir lento pro seguro del comercio internacional, y en particular del precio de los commodities, la recuperación todavía más lenta y mucho menos segura del crédito y la confianza en los mercados financieros internacionales, han de contribuir a consolidar la vuelta al optimismo en la plaza local.

Al menos, hasta finales del año cuando los inversionistas vuelvan a contemplar la certeza de un impuesto a las ganancias de capital.

Claro que aquí no hay sorpresas. La imposición de un impuesto a las ganancias de capital es algo que los técnicos del Ministerio de Economía y Finanzas consideran desde hace buen tiempo un factor clave para devolverle un poco de equidad a la estructura tributaria del país al tiempo que, de pasadita, crean un mecanismo que tiene el "potencial" de ser una fuente importante de recursos fiscales en momentos en que la recaudación disminuye cada vez a un ritmo más acelerado.

BolsaY no les falta razón: la presión tributaria peruana es baja no solo comparada con el promedio internacional sino incluso con el promedio de la América Latina. Además, es inherentemente injusta al constituir los impuestos indirectos (como el IGV) la fuente mayor de recursos tributarios. Pero si bien es cierto que como objetivo de política económica, la imposición del impuesto a las ganancias de capital es no solo correcta sino hasta necesaria, resulta total y absolutamente equivocado hacerlo en el contexto actual de desarrollo del mercado de capitales peruano y en el contexto de la competencia regional latinoamericana e internacional por recursos de capital.

Para decirlo con todas sus letras: este no es el momento de hacerlo y probablemente dicho momento no llegue en los próximos diez años, o al menos hasta que la bolsa peruana tenga una relación más "normal" con respecto al tamaño de su economía. Hoy en día, dicha relación no alcanza ni el 5% del PBI en comparación con el 21% de Chile o el 46% de Brasil. Y ni qué decir de la "profundidad" relativa del mercado de capitales peruano (renta fija y variable): apenas un 6% del PBI en comparación con el 118% de Chile o el 202% de Colombia. Si para las autoridades económicas el tema más relevante es el fiscal, existen muchas otras formas, más eficientes y/o menos distorsionadoras para elevar la presión tributaria que privar a la bolsa limeña de su más poderoso atractivo vis-á-vis respecto a los ofrecidos por otras plazas más líquidas, más transparentes y con menos costos transnacionales.

Las autoridades económicas peruanas deben entender que una bolsa dinámica, pujante, rentable y atractiva por "un período sostenido de tiempo" es casi una conditio sine que non para el desarrollo de los mercados de capitales y que sin un mercado de capitales desarrollado, el desarrollo económico es poco menos que improbable. Hoy en día, el capital de riesgo es no solo escaso sino ineficientemente canalizado por una estructura de provisión de capital predominantemente bancario y/o de mentalidad crediticia. De allí que un número demasiado grande de empresas no tengan otras formas de financiar su crecimiento que acudir a sus propias fuentes de recursos (ganancias retenidas) en lugar de hacer uso "el dinero de otros", como se hace en toda sociedad más o menos capitalista. En esta disyuntiva innecesaria, se nos va la bolsa y la vida.

*Economista

Publicado en el diario “Gestión” el viernes 19 de Junio de 2009