¿Qué pasa con el gas en el Perú?

*Por Emilio Zuñiga

Necesidad de una política energética eficiente

La explotación de los yacimientos de gas de Camisea deja claramente establecida la carencia de una política de generación de energía sostenible en el largo plazo en el país. El autor plantea algunos elementos clave alrededor de las discusiones en torno a este tema, y concluye proponiendo la adopción de una política basada en los fundamentos de una economía eficiente y sin distorsiones de precios

Desde hace algún tiempo, las intervenciones y declaraciones sobre el gas de Camisea y, en general, del gas en el país no alientan las perspectivas de un sano desarrollo a futuro y en vez de aclarar el panorama, lo vuelve más confuso y menos confiable. Son tres temas sobre los que mayormente se discute:

  1. cuánto gas hay en Camisea;
  2. si debemos exportar el gas en detrimento del consumo local; y
  3. cuál debe ser el precio del gas en el país

La primera pregunta ha tenido como respuesta un último informe encargado por el Ministerio de Energía y Minas (MEM) a la firma Gaffney, Cline & Associates, que indica que las reservas probadas de Camisea ascienden a 8.0 trillones de pies cúbicos (TCF). Esta cifra se presta para una lectura al pie de la letra y por lo tanto, muchos han declarado que esta situación indica que no debe permitirse la exportación del gas. Sin embargo, la realidad es otras, ya que se sabe en la industria que las reservas probadas son una definición muy restrictiva y que distorsiona la magnitud de los recursos reales in situ de un yacimiento como el de Camisea y su aprovechamiento en el futuro.

Debemos recordar que desde que se comenzó a explotar ese yacimiento (hace cinco años) seguimos con el mismo volumen de reservas probadas (8.0 TCF). Esto quiere decir que la empresa está aplicando una tasa de recuperación de reservas igual a 1.0, o, lo que es lo mismo, que explora y desarrolla el campo sin disminuir su nivel de reservas probadas. Por lo tanto, en los hechos, se está comprobando que en Camisea no hay solo 8.0 TCF, sino que este volumen deseable de reservas probadas a mantener en el tiempo. ¿Por cuánto tiempo? La respuesta para yacimientos que recién comienzan su explotación generalmente tiene que ve más con condiciones de tipo económico que con condiciones naturales del yaciemiento.

En resumen, puede no convenir invertir en comprobar hoy más reservas que no las voy a vender sino dentro de 10 años o más. En minería e hidrocarburos, esto es pan de cada día. Como ejemplo, e 1993, Petroperú encargó, vía un concurso internacional a una empresa especializada (Butler Co.), la determinación de las reservas probadas de la empresa. El resultado fue que el estudió determinó que las reservas probadas eran de 30 millones de barriles (30 MB) en el lote 8/8A. En ese entonces, Petroperú explotaba ese lote a una tasa de 9.4 MB al año, lo que en una lectura sin mayor conociemiento nos debería decir que no existía petróleo allí para más de cuatro años. Sin embargo, durante los años previos Petroperú había logrado, con sus trabajos de exploración y desarrollo, mantener las reservas probadas aproximadamente en el mismo monto. Han pasado 16 años y el lote 8/8A sigue produciendo millones de barriles anuales, aunque ahora existe una menor producción diaria. En conclusión, con toda seguridad Camisea tiene mucho más de 8TCF por explotar en el futuro y, dadas sus características estructurales, es muy probable que tenga tres a cuatro veces más reservas in situ, de lo que actualmente se reporta como reservas probadas.

La segunda pregunta tiene relación con la primera, pero no es determinante. La política de primero satisfacer el mercado interno antes que exportar parece plausible y como norma general no es criticable sino deseable. Sin embargo, nosotros hemos exportado y exportamos petróleo aun cuando la demanda local es mayor y, por lo tanto, importamos una mayor cantidad de la que tendríamos que realizar si obligamos a consumir lo que producimos. ¿Por qué aquí no aparecen demandas y críticas que llenan nuestro periódicos? Por la sencilla razón que el precio del petróleo no está subsidiado y se fija por las condiciones del mercado internacional. Nadie en la Sociedad Nacional de Industrias (SNI) ha pedido que se impida la exportación del petróleo para que se refine en el país y los industriales puedan mover sus maquinarias, prender sus calderos o movilizar sus camiones, porque saben que ese reclamo no los conduciría a nada. Sin embargo, cuando se cambian las reglas y se fija un precio del gas que no tiene nada que ver con el precio de su sustituto más cercano (petróleo), entonces es natural que aparezcan demandas para que se restrinja la oferta externa, dado que se sabe que nos vamos a ganar un subsidio oculto.

Cuando los precios son transparentes, no existe razón para exportar el gas si tengouna mayor demanda interna. Gas es gas, y el precio al mercado interno debe ser mejor que si lo importo de Bolivia o de Venezuela o de Trinidad y Tobago, así como debe ser mejor que si lo llevo a México y, en todo caso, el precio asegura que tendré la oferta venga de donde venga. Esta regla se aplica a todos los bienes que son homogéneos y que pueden ser transportados. Además, si como empresa comprometo vender un volumen de exportación de gas bajo la expectativa de baja demanda local y el escenario cambia por mayor demanda interna, la situación no debe causar alarma pues con los ingresos de la venta local, puedo comprar en el exterior el mismo volumen para su entrega. En conclusión, con precios relativos sin mayores distorsiones, no existe un conflicto inherente entre exportar o consumir localmente lo que uno produce y no aparece la necesidad de tener contratos ad hoc, unos para exportar y otros para el mercado local. Con abundancia de gas siempre habrá quien satisfaga la demanda.

La tercera pregunta va más por el camino de aquellos que sienten que como hay mucho gas, llegó la hora de tenerlo barato. Pero muchas veces lo barato resulta caro. En economía, los flujos monetarios no se estancan, sino que se transfieren de un bolsillo a otro. Muchas veces con la intención de dar algo barato, se olvida seguir el flujo del dinero. Con un gas barato, este ahorro se trasfiere a las empresas, y estas abaratan sus costos de producción. ¿Significa esto que hay una transferencia al consumidor? Todos sabemos que no es necesariamente así. Pero asumamos que sí es una manera de incentivar la demanda. ¿Acaso es la única? Por supuesto que no. Con un gas a su precio de mercado y no artificialmente reducido, las transferencias directas al Estado por regalías e impuestos son mayores. Por lo tanto, el Estado tiene mayores recursos para transferirlos a los que más necesitan y aún no están incorporados al mercado y así ampliar la demanda sin subsidios ocultos. Es decir, el mecanismo de trasferencia de recursos es más eficiente porque no distorsiona los precios relativos, y más positivo desde el punto de vista de la redistribución del ingreso porque trasfiere recursos a los verdaderamente pobres antes que otorgando subsidios ocultos al empresario y consumidor urbano.

¿Qué es lo que hemos hecho en los últimos años para enredarnos tanto con la explotación del gas de Camisea? El funcionamiento del mercado no es mágico, pero tiene lógica. Cuando por miedo, ambición, generosidad o cualquier otro argumento, se introducen mecanismos que rompen la lógica de la oferta y demanda, no existe posibilidad de un arbitraje en el mercado y tarde o temprano aparecen las paradojas y se pagan excesivos costos por la ineficiencia. Si no, cómo se explica que en un país que tiene recursos hídricos para generar más de 30 mil millones de MW, tenga en la actualidad más de 15 proyectos de generación hidráulica con 1.500 MW de capacidad instalada y miles de millones de inversión prácticamente paralizados. Si deseamos una política para el gas sostenible en el largo plazo, regresemos a los fundamentos de una economía eficiente, y esta nos dará los medios para una mejor política de distribución del ingreso. No comencemos por el final, que acabamos enredados en un laberinto si sentido y retrasamos miles de millones de inversión en generar energía de una manera eficiente.

Cualquiera que se la negociación que se proponga el gobierno en torno del contrato de Camisea, no debe perder de vista que fijar precios artificiales al gas acarrea más problemas de lo que resuelve.

 

*Vicepresidente de Latin Pacific capital S.A.

Publicado en la revista "Capitales" Año 2 Número 13