Entre la recesión y la recuperación

Por Carlos M. Adrianzén*

Existen buenas y contrapuestas razones para justificar la incertidumbre existente. La profundidad de la recesión en algunas áreas del planeta, la aparente veloz recuperación de ciertas economías asiáticas, los indicios de suspensión de los deterioros en la economía norteamericana, las crecientes dudas respecto a la efectividad de los paquetes keynesianos en el tiempo o en el tiempo o la resistencia de la economía peruana a la fecha, configuran un ambiente económico local marcado por la pregunta: ¿Vamos camino hacia una severa recesión, o no lo peor ya pasó?

Me temo que una respuesta cuidadosa a una interrogante tan abierta como la que nos agobia resulte decepcionante. Es posible que - dada la inercia de un menor crecimiento en la producción, inversión y exportación locales en lo que va de 2009 un cierto lapso recesivo resulte hoy predecible. Mas allá de este punto, sin embargo, el desenvolvimiento futuro de la economía nacional dependerá de nosotros mismos mucho más de lo que hoy se cree.

Si persistimos dentro de la actual visión oficial de la coyuntura -más alla de lo que suceda afuera- continuaríamos apostando por la receta que nos dio buenos resultados en los años de vacas gordas (2002 - 2008). Es decir: por la defensa de un piso cambiario nominal (abiertamente erosionador de la competitividad local) y por un paquete fiscal expansivo (llamado también Plan de Estímulo) que funcionaría como un puente de demanda temporal hasta que la otrora creciente demanda global por las exportaciones peruanas se recomponga. Bajo este escenario -a todas luces auto complaciente- tal como muestran las tendencias prevalecientes en los últimos dos semestres, la econonomía nacional perdería su momento.

Aquí, la corrección de los términos de intercambio afectaría exportaciones e importaciones simultáneas. Con ello no sólo se quebraría el círculo vicioso exportación-inversión, sino que se derrumbaría la recaudación tributaria y se borrarían gradualmente los ahorros fiscales, tal como ya viene sucediendo. Con inversiones y exportaciones en caída, las cifras recesivas resultarían inevitables. Por otro lado, con el deterioro fiscal previsible por la caída de la recaudación tributaria y el hiperactivo afán gastador del gobierno, la defensa de un tipo de intercambio fijo se hará difícil de mantener en el tiempo. Frente a la inercia recesiva de este cuadro, algunos cifran sus esperanzas en el uso de los recursos no gastados del sector público en el sistema financiero. Me temo que esperanzarse en el uso oportuno de estos recursos, dada la peculiar propiedad de estos (gobiernos regionales, locales y el central) y su baja capacidad de gasto, resultaría poco aconsejable.

En el plano del quiebre de la inercia, existen múltiples variantes. Aquí discutiremos dos, a modo de polos. Una es la opción "bolivariana", por su cercanía a la prédica de ciertos gremios mercantilistas y por su parecido al discurso de algún candidato venido a menos en las encuestas. La otra es la opción "olvidada", por razones más que evidentes.

Si optamos por la opción "bolivariana" (tácitamente respaldados por el círculo de gobiernos izquierdistas de la región y ONGs de financiamiento oscuro y evidente), frente a la pérdida de momento se buscaría patear al tablero. Se congelaría o renegociaría el TLC con EEUU, se aceleraría el uso simultáneo de la maquinita y el gasto fiscal (echándole mano si fuera necesario hasta a los fondos de las AFP), y se persistiría manipulando el dólar hasta que las reservas internacionales se desvaneciesen. Aquí tendríamos seguro un período largo de recesión con pérdida de la estabilidad macro. Tengámoslo muy en claro.

La opción "olvidada" implica en cambio acordarse. Acordarse que -en un país con severa rigidez no transable- flotar es una idea aconsejable. Acordarse de que el término competitividad se enerva reduciendo déficit de infraestructura y educación, profundizando la apertura comercial y financiera, consolidando mercados, comprimiendo rigidez laboral y aliviando tributariamente a los privados (después de eliminar exoneraciones y tratos especiales). A pesar de su sencillez -y que nos aseguraría un razonable y sostenido camino hacia altos niveles de exportación, inversión y crecimiento económico- esta opción carece de líderes locales capaces de implementarla.

Entonces: ¿Recesión o recuperación? La respuesta es obvia. Y usted ya la conoce, muy apreciado lector

*Investigador del Instituto del Perú, director de la Escuela de Economía de la USMP y Senior Executive Fellow de la Escuela John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.

 

Publicado en la revista "América Economía" en la edición N° 17 de setiembre de 2009