Detrás del crecimiento

 

 

Kurt Burneo

Economista

En estos tiempo en que la economía internacional es una fuente de turbulencias, con distintas amenazas sobre el crecimiento económico (o sea del Producto Bruto Interno) para países emergentes como los de Latinoamérica, aún en expansión (y que providencialmente han impedido un deterioro externo mayor), creo que es particularmente útil dar una mirada sobre los motores que impulsan el crecimiento de los países, sobre todo desde una perspectiva de largo plazo, dado que perder el paso en términos de ritmos y sostenibilidad de crecimiento pasa costosas facturas para los países, además el entender la importancia de estos motores quizá pueda servir para dar una mirada mucho más macroeconómica a indispensables acciones gubernamentales que apuntalan el gasto en educación, por ejemplo, dado que, por lo general, este tipo de gasto es visto solo desde una perspectiva social con errónea exclusividad a dicho ámbito.

Para fines ilustrativos, utilizaré los datos del Perú como estudio de caso. El producto per cápita a dólares de paridad (útil para comparar PBI por habitante entre países con distintos costos de vida) al 2012 según proyecciones del world Economic Outlook de abril, es de US$ 10,589, mientras que el de un norteamericano en similar año es de US$ 49,601, es casi 5 veces más grande. Pero no nos deprimamos, puesto que la diferencia entre países es mucho más grande entre aquel que lidera la estadística, como es Qatar, con US$ 106, 284 resulta siendo casi 292 veces el producto per cápita del colero de la tabla, como es el caso de República Dominicana del Congo con US$ 364. Obviamente estas diferencias de niveles de producto responden a tasas de crecimiento distintas, no solo en magnitud sino también en duración en el tiempo.

Este asunto de las tasas de crecimiento diferenciadas es muy importante aunque a veces desdeñado: crecer a una tasa de 1% anual implica que pasen unos setenta años para que se duplique el producto por habitante, si alternativamente la tasa de crecimiento fuese de 3% solo tendrían que pasar 23 para este fin, y si se creciese al 7% anual se duplicaría el producto per cápita en tan solo una década. Para el caso del Perú, si se mantuviese anualmente la tasa promedio de crecimiento per cápita de la última década (4.5%) se tardaría algo más de 15 años para que el producto se duplique. Ahora, al margen de la magnitud de la tasa de crecimiento, es tan o más importante la sostenibilidad en el tiempo de esta. Hay mucha evidencia empírica que muestra que países con una volatilidad muy grande en cuanto a sus dinámicas de crecimiento, son los que de acuerdo a la evidencia internacional, crecen menos en el largo plazo.

Ahora bien, cuáles son los factores que explicarían la performance del Producto Bruto Interno (nivel de actividad económica). Al respecto, se distinguen tres factores explicativos: el aumento del capital, de la mano de obra, así como el aumento de la productividad de los factores. Debe anotarse que para países en vías de desarrollo como el Perú este último factor ha sido particularmente relevante. En el reporte de Inflación de junio del 2011 del Banco Central de Reserva del Perú, se presenta una interesante constatación estadística. Mirando los últimos 50 años en cuanto a la evolución del PBI peruano, esta estaría fuertemente determinada por la evolución de la productividad de factores: el peor decenio en términos de crecimiento 1981-90 donde el PBI se contrajo en promedio en 1%, la productividad de factores se contrajo en 4.1% mientras que en el mejor 2001-2010 con un PBI que se expandió en promedio en 5.7% la productividad factorial se incrementó en 2.5%. De lo anterior es claro que la intención de apuntalar particularmente el gasto en educación (que creció en 15.7% en el presupuesto de apertura 2012, respecto al 2011) no puede ser vista solo desde la perspectiva social, ya sea en la forma de igualar oportunidades o mejorar empleabilidad de la gente para tener mayores posibilidades de inserción en el mercado laboral; es claro que el mayor gasto educativo va en el sentido de ampliar la productividad factorial y, como ya hemos visto, esta última en la historia económica del país es clave para el sostenimiento del crecimiento en el tiempo. En suma, apuntalar el gasto de educación no solo tiene una arista social, sino también una macroeconómica.

 

Publicado en Gestión el 20 de junio de 2012