El capitalismo intelectual

 

Carlos A. Anderson

Economista

 

En medio de la discusión local en torno al papel de la minería para el desarrollo nacional, es importante darle una mirada al futuro del capitalismo mundial. Este se mueve, de manera inexorable, del capitalismo de los “commodities” al capitalismo intelectual o del conocimiento. La evidencia salta a la vista. Para muestra, aquí van algunos ejemplos.
La compañía Apple se ha convertido esta semana en la empresa más valiosa del planeta, lugar de privilegio que otrora fuera ocupada por las grandes empresas de servicios públicos norteamericanas, o por compañías petroleras o de energía, o por grandes compañías manufactureras – como los fabricantes de automóviles – o de servicios financieros, como alguna vez lo fueron los bancos japoneses y lo son hoy los bancos de la República Popular China.

Y lo ha hecho basándose en la tecnología, el conocimiento, y el impulso inspirador de Steve Jobs. Hoy, su capitalización de mercado supera los 624 mil millones de dólares, cifra que equivale al 83 por ciento del PBI del Perú, Colombia y Chile combinados.

Microsoft, líder absoluto en el campo de la tecnología del software, no solo es responsable de la inmensa fortuna de su creador, Bill Gates, sino también de la propagación viral de la cultura de la Internet. Google, Facebook, Twitter, para nombrar algunas, son empresas jóvenes manejadas por jóvenes que han hecho de la aplicación de los avances tecnológicos su leitmotiv y la base sobre la cual descansa su extraordinario nivel de competitividad y su innegable éxito económico.

Pero al lado de ellas, en el anonimato de Silicon Valley y de los otros grandes complejos tecnológicos del mundo, innumerables empresas empujan fronteras tecnológicas y obtienen por su esfuerzo pingües y recompensas.

Más allá del mundo virtual, las empresas que se empinan sobre el resto en el ranking de las empresas más valiosas son aquellas que han hecho de la innovación su mejor arma competitiva.

Pero innovación no es simple inspiración. Responde más bien a la transpiración que resulta de la inversión sostenida en investigación y desarrollo, el R&D del “research and development” que obsesiona a las empresas de vanguardia de Estados Unidos, Japón, Alemania, suiza y demás países desarrollados. Empresas como GE, Shell, BP, Toyota, y las principales compañías farmacéuticas, viven y mueren por la innovación.

Pero allí no queda. La pasión por desarrollar verdaderas ventajas competitivas con base en el conocimiento está también presente en las empresas brasileñas, coreanas, así como de la India y de la República Popular China, que han logrado tomar conciencia de los límites de desarrollar competencias sobre las bases del tamaño de su población o la simple explotación de recursos naturales.

Así, lenta pero inexorablemente, el capitalismo de los “commodities” va siendo reemplazado por el capitalismo intelectual.

Hoy, de las 50 mayores empresas que registra la revista Fortune, 14 son tecnológicas y tan solo 10 son empresas commodities.

Veinte años atrás la relación era casi inversa. En el Perú vivimos y viviremos por las próximas décadas en el capitalismo de los “commodities”.

El ciclo alcista del precio de los minerales no ha terminado, pero un día – con seguridad – así lo hará.

Por esta razón, debemos estar preparados y comenzar a invertir en serio en la construcción de un capitalismo intelectual a la peruana, sobre la base de los recursos generados por la bonanza en el precio de los minerales. Es preferible prevenir que lamentar.

 

Publicado en Gestión el 24 de agosto del 2012