Hablemos de impuestos

 

Alonso Segura Vasi

Gerente de Estudios Económicos Banco de Crédito - BCP

 

Una de las metas del Gobierno es alcanzar una presión tributaria de 18% del PBI para el 2016, de manera que le permita incrementar el gasto social. Las facultades extraordinarias solicitadas durante el segundo trimestre del año, y las propuestas de modificación a leyes en la materia, enviadas por el MEF al Congreso, apuntan a contribuir con ese objetivo. Toda reforma, y particularmente una en un tema como el tributario, es sensible. Revisemos, entonces, la situación de la tributación en el Perú.

No confundamos presión tributaria con ingresos corrientes. Un error común es creer que los ingresos tributarios, que al cierre del 2012 alcanzarían alrededor de 16% del PBI, son todos los ingresos del Gobierno. Sin embargo, si incluimos ingresos no tributarios y contribuciones, la recaudación del gobierno general alcanza 21% del PBI. Este número nos ubica en el medio del rango de países de la región, a dos puntos de México y a cuatro de Chile, por ejemplo, países con ingresos per cápita mayores al peruano. Evidentemente sería bueno que los ingresos suban, pero no estamos tan lejos como algunos piensan.

El problema no son las tasas impositivas, si comparamos las tasas de los principales impuestos: a la renta de personas jurídicas (IRJ) y el IGV, en ambos casos nos ubicamos en el rango alto de Latino América. Chile tiene un punto más de IGV, pero un IRJ 10 puntos menos. Colombia tiene un IRJ mayor, pero un IGV menor. Solo Argentina tiene tasas mayores en ambos casos. Las respuestas no viene por subir tasas, algo que, correctamente, no está siendo considerado.

¿Y la informalidad tributaria? Tenemos un sistema impositivo con tasas altas que además es muy concentrado en pocos contribuyentes por tiempo de impuesto, particularmente en el caso de los impuestos directos. El problema es que recauda menos que en países con tasas comparativamente más bajas. La respuesta a esta incógnita es, obviamente, el gran número de contribuyentes que viven fuera de la formalidad tributaria.

¿Cómo contribuye esta reforma? Una parte importante de la reforma propuesta tiene carácter administrativo. Es decir, darle mayores facultades a la Sunat para reducir la evasión y, particularmente, la elusión tributaria. Esto último implica intensificar los esfuerzos de recaudación sobre los agentes que ya contribuyen, y si bien, seguramente, habrá casos de incumplimiento vía mecanismos creativos, como ocurre en todos lados, la pregunta es si esta es la raíz del problema. Uno pensaría que no, pues los principales contribuyentes están bajo constante inspección de parte de la Sunat. La respuesta, más bien, está en dirigir mayores esfuerzos a incorporar nuevos contribuyentes hoy en la informalidad, y no es claro que este sea el foco de la reforma.

¿Hay tiempo de acá al 2016? En la medida en que los precios de las exportaciones acompañen, la meta del Gobierno es generar dos puntos porcentuales más en ingresos de acá al 2016. Afortunadamente, alrededor de la mitad de la brecha podría venir del incremento derivado de nuevos proyectos mineros. Esto le da la oportunidad a la Sunat de enfocarse en la prioritaria tarea, de mediano plazo, de realmente ampliar la base tributaria.

Del otro lado, de las cuentas públicas, también sería oportuno abocarse a mejorar la calidad del gasto y de los servicios públicos, esto sí, con carácter urgente. ¿De qué sirve recaudar más si no podemos gastar lo recaudado o, por lo menos, no de manera eficiente?

 

Publicado en Gestión el 29 de octubre del 2012