Una evaluación de la política monetaria y fiscal

 

Jorge González Izquierdo

ECONOMISTA – UNIVERSIDAD DEL PACÍFICO

 

Los que trabajamos en el mundo de la macroeconomía y de la política económica estamos experimentando una situación pocas veces vista. Desde el 2008 hasta el presente el desarrollo de la coyuntura económica del mundo desarrollado ha impuesto serios cuestionamientos a la teoría macro establecida, mostrando sus serias limitaciones; y somos testigos también de los esfuerzos que los diseñadores de política económica han tenido que hacer para innovar sobre la marcha y encontrar soluciones nuevas a los problemas, haciendo teoría al andar. Ello ha llevado a replantear algunas creencias establecidas sobre todo para la política fiscal y monetaria.

Hoy se debe distinguir entre una situación “normal” o de “extrema crisis”. Puntualmente, si en una economía la política monetaria expansiva ha provocado que la tasa de interés de corto plazo sea cero y las de largo plazo muy cerca a cero, la política monetaria convencional se vuelve impotente para alcanzar el pleno empleo. ¿Por qué? Porque el dinero se vuelve sustituto perfecto de los activos financieros (bonos) y la gente preferirá el dinero por su característica de liquidez. Por más base monetaria que el banco central cree no se producirá tracción alguna sobre el resto de la economía. Este es el caso de EE.UU. En este escenario no habría inflación aun cuando la “maquinita” trabaje a toda marcha. Por el contrario, en una situación normal, cuando la tasa de interés es diferente de cero, sí se aplican los cuidados que se deben de tener respecto a la creación de dinero. Este es el caso del Perú.

Pero, ¿en tal situación, la política monetaria es impotente realmente? No. Se diseñó como alternativa hacer “quantitative easing” (QE), es decir hacer una política monetaria no convencional, como, por ejemplo, comprar por parte del banco central activos financieros de largo plazo. En EE.UU. se han aplicado tres programas de QE hasta la fecha. Los resultados no han sido muy convincentes. Pero lo que sí va quedando claro es que su principal efecto se produciría a través de cambios en expectativas inflacionarias futuras. Los instrumentos “macroprudenciales” es otra alternativa.

La política fiscal cambia también de naturaleza. En una situación “anormal”, con tasa de interés en cero, la política fiscal adquiere mucha importancia. ¿ Por qué? Porque en ese contexto un déficit fiscal no produce los efectos tradicionales de subir la tasa de interés y reducir por consiguiente el gasto privado. ¿ Por qué? Porque habría exceso de fondos prestables correspondientes a una situación de pleno empleo. Lo que se estaría haciendo es usar recursos que el sector privado no desea usar. El caso de EE.UU. demuestra lo afirmado. Por otro lado, también ha quedado claramente establecido que reducciones apreciables del déficit fiscal son contractivas en el corto plazo. A pesar de la cantidad de literatura que afirma que una consolidación fiscal es expansiva dado que mejora expectativas futuras. El caso de la eurozona lo comprueba.

Finalmente, queda claramente establecido que en situaciones normales la primera “arma” para enfrentar una situación de desaceleración o recesión y desempleo debe ser la política monetaria y no la fiscal. Esta última se presenta como alternativa cuando la política monetaria convencional se vuelve impotente. Es algo a tener en cuenta aquí en el Perú.

 

Publicado en Gestión el 3 de mayo del 2013