Descifrando la volatilidad del mercado

 

Claudia Cooper

ECONOMISTA – COMPASS GROUP

 

Los bonos son instrumentos que pagan una tasa cupón fija, y si estos se emiten en una coyuntura de bajas tasas de interés, el emisor podrá financiarse a bajo costo. Así, una política monetaria que reduce las tasas de interés incentiva la inversión y el consumo. De esta manera, en épocas de bajo desarrollo del mercado de capitales, la expansión monetaria favorecía al crecimiento, pero teniendo como costo el desincentivo al ahorro.

A diferencia del crédito, un bono o acción pueden ser transferidos, a un precio de mercado, antes de su vencimiento. Y cuando las tasas empiezan a subir, un bono emitido a tasas bajas o una acción de mediano rendimiento, deja de ser atractivo para los ahorristas, que ahora pueden acceder a otras emisiones a mayores tasas. Así, para atraer a un comprador hay que ofrecerle el instrumento a un precio más bajo, y la tasa cupón representará un porcentaje mayor del monto transado. Es así como un mercado de capitales desarrollado hace factible un contexto de tasas de interés a la baja junto con altos rendimientos basados en el crecimiento de precios de los activos financieros.

En los últimos años, la política monetaria ha sido el principal conductor del comportamiento de la inversión (ahorro) en activos y sus precios. La perspectiva de un retiro antes de lo esperado de la histórica expansión monetaria en EE.UU., junto a una gradual alza de tasas de interés han agitado a los mercados al reducir el precio esperado de los instrumentos emitidos en el reciente contexto de tasas bajas, desatando una venta indiscriminada de activos considerados “de riesgo”. A esta confusa situación se suman temores renovados con respecto a una abrupta caída en el ritmo de crecimiento de China. En este “indiscriminado” comportamiento de los mercados, es imprescindible distinguir entre las tendencias que van a mantenerse, de aquellas transitorias, independientes de los fundamentos del país o empresa que los emite.

Una buena parte de economistas viene afirmando que el temor del retiro monetario está sobreestimado y probablemente no resulte en un colapso de la liquidez global. Y es que una “contracción” brusca en EE.UU. tendría efectos no deseados sobre el crecimiento que tanto esfuerzo le costó defender. Primero están los efectos sobre el consumo. Los mecanismos de transmisión de la política monetaria a la economía real han cambiado, pasando del crédito directo a la importancia de la riqueza en las decisiones de consumo. En un contexto laboral e inmobiliario aún débil, su reciente dinamismo sería aún insuficiente para reemplazar caídas generalizadas en la riqueza de los ahorristas que alzas no controladas de la tasa de interés traería.

Luego está la estabilidad de EE.UU., cuyo déficit fiscal es aún abultado y no resistiría alzas significativas en las tasas de interés. Adicionalmente, un retiro monetario abrupto en relación al resto de países desarrollados (embarcados en más expansión cuantitativa) llevaría a una apreciación del dólar más allá de los fundamentos, afectando la competitividad del país.

En cuanto a los temores que las recientes medidas para reducir la liquidez y regular el sistema bancario en China generan, debido a su potencial efecto negativo sobre los fundamentos de los mercados emergentes, estas podrían significar la transición hacia un ritmo más lento y de mayor calidad. Y es que el crecimiento en China es, cada vez más, una historia relacionada a la demanda local antes que al sector externo.

Las inversiones en los mercados en desarrollo suponen riesgos por su menor tamaño y liquidez, y por la falta de desarrollo en el ámbito legal, social, político y de negocios que apoyen a los mercados de instrumentos financieros. Así, mientras los fundamentos subyacentes del Perú continúen destacando dentro del universo emergente, las recientes caídas en nuestro mercado serán transitorias.

 

Publicado en Gestión el 9 de julio del 2013