¿Reducir el IGV?

 

Carlos E. Paredes
DIRECTOR DE INTELFIN Y PROFESOR DE ECONOMÍA DE LA USMP

 

1. A nadie le gusta pagar impuestos, tanto es así que nos los tienen que imponer, de allí su nombre. Los impuestos son la principal fuente de financiamiento del Estado, y a pesar de que el aparato estatal provee una serie de bienes públicos y servicios básicos de manera gratuita, a los ciudadanos alrededor del mundo no nos gusta pagarlos. Y cuando la calidad de los servicios y bienes públicos que ofrece el Estado deja tanto que desear, como en el caso peruano, el malestar y la reticencia a pagar impuestos puede ser aún mayor.

2. Por esto es que las propuestas para reducir los impuestos son tentaciones atractivas en las que repetidamente caen los políticos durante las campañas electorales. Por ejemplo, en las últimas elecciones, varios candidatos a la Presidencia ofrecieron reducir la tasa del IGV. Pero no hubo que esperar a un nuevo Gobierno para ver esta promesa cumplida. Alan García, entonces presidente de la República, se adelantó a todos y en febrero de ese año, a menos de 75 días de haberse aprobado la Ley de Presupuesto para el 2011, que no contemplaba reducción alguna en los impuestos, anunció que reduciría el IGV de 19 a 18%.

3. ¿Y cuál fue el resultado? La entonces jefa de la Sunat vaticinó que la recaudación por este concepto se reduciría en más de 3,000 millones de soles. Al comparar la recaudación del IGV del 2011 con la del 2010, algunos analistas verifican que la recaudación por este concepto aumentó en más de S/. 5,000 millones, por lo que concluyen que el temor de la funcionaria habría sido infundado. Y a partir de esta interpretación desentierran una hipótesis atractiva, pero que ha sido probada falsa en repetidas ocasiones: que reducir la tasa del impuesto aumenta la recaudación.

4. Esta hipótesis (derivada de “la curva de Laffer”), que estuvo en el corazón de la propuesta de los “supply-siders” que apoyaron a Ronald Reagan en los años 80, contribuyó a la explosión del déficit fiscal norteamericano. Pero, a pesar de sus repetidos resultados negativos, resulta atractiva porque supuestamente provee una base teórica para reducir los impuestos. Y ahora, en el contexto de la desaceleración de nuestra economía, algunos proponen reducir el IGV en 1 o 2 puntos adicionales, ya que esto no solo contribuiría a dinamizar la economía, sino a mejorar la recaudación fiscal.

5. ¿En serio? Cuando desde la Sunat se afirmó que disminuir la tasa del IGV reduciría la recaudación, no se estaba señalando que bajaría con respecto al año anterior, sino en relación a la recaudación que se habría obtenido de no modificarse la tasa. Para que la reducción del IGV genere un aumento de la recaudación, el PBI tendría que ser extremadamente sensible a este impuesto. De hecho, se requeriría que la elasticidad sea mayor a uno, es decir que la reducción en el IGV haga crecer tanto la economía que la aplicación de una menor tasa genere mayores recursos que antes.

6. Bajar la tasa del IGV de 18% a 17% representa una reducción de 1/18 (5.6%). Ello quiere decir que para que la recaudación aumente, la sola reducción de la tasa debería generar una aceleración del PBI de más de 5.6 puntos porcentuales. ¿Alguien seriamente cree que si reducimos la tasa del IGV en un punto nos convertiremos en la economía con el crecimiento más alto del planeta (con un crecimiento de al menos 11% )? Difícilmente, pero ese es el increíble supuesto detrás de la hipótesis de que reducir el IGV no solo dinamizará la economía, sino que contribuirá a una mayor recaudación fiscal.

 

Publicado en Gestión el 19 de setiembre del 2013