La banca que viene

 

Luis Maldonado

 

La transformación acelerada del panorama económico mundial está obligando a las empresas a adaptarse lo más rápido posible a una realidad cada vez más compleja e inestable. Dentro de este agitado escenario, las instituciones financieras de todo el mundo están viviendo este cambio con especial intensidad. La reciente crisis financiera internacional ha sido una buena prueba de fuego para los bancos latinoamericanos, que han demostrado una mayor capacidad para absorber su impacto que en ocasiones precedentes. Sin embargo, la onda expansiva de la crisis, en combinación con otros factores decisivos -que comentaré más adelante- , están situando a los bancos en Latinoamérica ante disyuntivas trascendentales pero, al mismo tiempo, ante una posición favorable para dar un salto cualitativo en su expansión y en su modelo de negocio.

En el informe, Descrifando el Futuro. Las claves de la transformación de la banca en Latinoamérica en un mundo Global, que se ha elaborado desde PwC y el IE Business School, se desgranan cuáles son esas siete palancas que están actuando como agentes del cambio en las entidades financieras. Las tres primeras -el entorno global, el marco regulatorio y la gestión de riesgos-, están directamente relacionadas con la crisis internacional y tienen que ver con lo incierto de la recuperación y con el desplazamiento del centro de gravedad de la economía mundial hacia los países emergentes. Precisamente, la crisis ha provocado que las autoridades internacionales hayan puesto en marcha una treintena de proyectos de reforma regulatoria en el sector, como Basilea III- con el objetivo común de endurecer las condiciones de capital y exigir a los bancos mayores niveles de transparencia y de protección del consumidor. Todo ello en su conjunto, tendrá un impacto decisivo en una nueva forma de gestionar los riesgos en las entidades financieras de la región siguiendo unos modelos más rigurosos y que involucren a toda la organización bajo el lema: “Riesgos somos todos”.

Los cuarta palanca tiene que ver con los cambios demográficos que se están produciendo en todo el planeta y que, en Latinoamérica, se traducirán en un progresivo envejecimiento de la población, un descenso del número de niños y jóvenes, y la emergencia de una clase media urbana que obligará a los bancos a diseñar toda una nueva tipología de estrategias y productos adaptados a los nuevos perfiles de ciudadanos.
Pero además de la demografía, estamos viendo cómo el mayor factor de cambio de los negocios está siendo la transformación del cliente y del consumidor, que ha dejado de ser un actor pasivo para tomar las riendas en su relación con las empresas –también con los bancos-, gracias a la irrupción, sobre todo, de la era digital y a las posibilidades de Internet. Este cambio en el perfil del comportamiento del cliente –menos leal y más exigente e informado-, ya está teniendo un fuerte impacto en la banca, que tendrá que adaptar sus procesos, sus servicios y sus modelos de negocio a las nuevas tendencias.

La innovación y la tecnologías, son los dos últimos factores que van a actuar como catalizadores del cambio en el sector financiero en la región. La puesta en marcha de modelos de innovación ayudará a los bancos de la zona a mantener los niveles de rentabilidad sobre recursos propios -muy por encima del promedio global- y estar en una estrategia de mejora continua, imprescindible para competir en un mercado tan complejo y globalizado. En cuanto a la tecnología, siempre ha sido un factor fundamental en la banca pero la aparición de nuevas herramientas -la banca digital, pagos móviles, el dinero virtual…- y de grandes tendencias –Big Data o el Cloud Computing- está obligando a los bancos a integrarla en su proceso de funcionamiento. Esto les permitirá mejorar sus capacidades en innumerables áreas como, por ejemplo, la venta de productos, la fidelización de clientes y el control del fraude, entre otras.

Latinoamérica engloba a una de las más importantes zonas económicas del mundo: incluye a una treintena de países, a más de 600 millones de habitantes, y a un PIB que representa el 7,9% de la riqueza económica mundial. Cuenta con unas entidades financieras sólidas pero con una serie de rasgos particulares – insuficiente aunque creciente bancarización, popularización de los microcréditos, peso específico de la banca extranjera, influencia de las entidades pública, etc-. La respuesta de sus bancos a los siete retos que trae la nueva era de la banca en el mundo pasa por anticiparse a los cambios presentes y futuros y afrontarlos sin prejuicios y con velocidad de reacción. Y también por entender lo imprescindible de contar con una estrategia de mejora permanente inspirada en dos principios: consagrar al cliente como eje del negocio y adoptar un modelo operativo más eficiente.

 

Publicado en Gestión el 22 de abril del 2014