El 2015: inversión, inversión, inversión…

 

Carlos E. Paredes

 

1. Sin duda, el 2014 será recordado como el año de la desaceleración. Ojalá que no lo recordemos también como el año de la inflexión y del inicio de una nueva fase de crecimiento lánguido. Al respecto es importante recalcar que la forma en que finalmente recordemos al 2014 dependerá de lo que hagamos o dejemos de hacer en el 2015. ¿Será la desaceleración del 2014 solo un paréntesis, como la del 2009, o más bien marcará el regreso a tasas de crecimiento modestas, en que el ingreso per cápita sólo crecerá entre 2 y 3% al año?

2. Algunos pueden señalar que un crecimiento del ingreso per cápita entre 2 y 3% no es tan malo; que no solo es mucho mejor que el registrado en los años 70 y 80, sino que es casi el doble de lo alcanzado en los 90. Sin embargo, acordémonos que los 70 y 80 fueron dos “décadas perdidas” por el Perú, mientras que la primera mitad de los 90 estuvo condicionada por el lastre dejado por el caos macroeconómico y el terror de los 80, y la segunda mitad estuvo marcada por las crisis internacionales (sudeste asiático y Rusia) y nuestra propia crisis institucional. Pensar que crecer al 2 ó 3% (en términos per cápita) no es tan malo solo porque es mayor a lo registrado en esas tres décadas, refleja un desconocimiento profundo de lo que vivimos en aquel entonces o una amnesia preocupante.

3. Si el Perú quiere escalar posiciones en la distribución mundial del ingreso, continuar reduciendo la pobreza y convertirse en un país próspero y estable, entonces debe crecer alta y sostenidamente. Resulta indispensable que las diferentes fuerzas políticas del país entiendan y compartan una meta explícita de crecimiento económico. Concretamente, podemos plantearnos como meta que el ingreso per cápita crezca al menos en 4% por año durante la próxima década (lo cual requeriría de un crecimiento económico anual superior al 5.2%).

4. Un crecimiento “piso” de esta índole permitiría incrementar el ingreso per cápita de los peruanos en 50% en los siguientes 10 años. Y aunque esto puede sonar ambicioso, cabe notar que solo aseguraría que en el 2025 alcancemos el ingreso promedio que se observa hoy en Costa Rica (¡!). A todos nos gustaría poder crecer más rápido, pero será difícil de lograr sin cambios importantes en nuestras instituciones, sobre todo cuando ya no nos beneficiaremos del súper ciclo de los commodities. Los magros resultados del 2014 nos deben servir para poner esta meta en perspectiva y valorar los beneficios de un crecimiento alto en el nuevo contexto internacional.

5. ¿Cómo dinamizar el crecimiento en las actuales circunstancias y como sostenerlo en el tiempo? La respuesta es simple: fortaleciendo la inversión. Una razón importante del traspiés del 2014 se encuentra en la desaceleración de la inversión pública. Necesitamos reactivarla y no conceptualizarla solo como un instrumento de política contra cíclica, sino como una herramienta indispensable para fomentar el crecimiento. La inversión pública en infraestructura complementa la inversión privada y puede contribuir a destrabar y/o dinamizar esta última y así a sostener el crecimiento económico.

6. Dado el enorme déficit de infraestructura que enfrentamos y el endeudamiento público neto tan bajo que tenemos, resulta razonable plantear metas para la inversión pública mucho más ambiciosas de las que hemos tenido en el pasado. Generemos un consenso en torno a este tema y en torno a los proyectos que debemos desarrollar en los próximos años.

 

Publicado en Gestión el 15 de enero del 2015