¿Innovar por incentivos?

 

Jorge Pancorvo
Profesor del Área de Operaciones

 

El Congreso de la República acaba de aprobar un proyecto de ley que brindará incentivos tributarios para fomentar el gasto privado en investigación, desarrollo e innovación tecnológica (I+D+i). Por cada sol gastado, el fisco reconocerá un 75% adicional como crédito para el cálculo del Impuesto a la Renta, sujeto al cumplimiento de requisitos y filtros que exigirá la norma.

Con “bombos y platillos”, el ministro de la Producción enfatiza que en un plazo no lejano el Perú debería incrementar en un 50% su inversión en I+D+i. Alude a que con esta ley el Impuesto a la Renta de una empresa bajaría en once puntos porcentuales y que, por tanto, el esfuerzo y riesgo de innovar sería compartido y cofinanciado en un 21% con el Estado. De estas dos últimas cifras, uno puede inferir que el gasto previsto en I+D+i sería de 5,1% de las ventas en una empresa que propugna una utilidad antes de impuestos del orden del 10% sobre ventas. ¿Aspiración razonable para empresas de distintos sectores radicadas en nuestro país?

Revisando el “Innovation Global 1000 Study”, estudio del 2013, que agrupa a las primeras mil empresas que reportan casi el 50% de la inversión mundial en I+D+i, se puede observar que el gasto promedio sobre las ventas varía según el sector. Por ejemplo, bienes de consumo masivo, 4%; químico, 8%; manufactura, 10%; industria electrónica, 27%. Sin embargo, lo más llamativo recae en la distribución regional de la inversión: América del Norte, 39%; Europa, 30%; Japón y China, 24%, y el resto del mundo (que incluye al Perú) un escaso 7%. Seamos sinceros, ¿en qué liga nos encontramos?, ¿a qué tipo de innovación nos podemos abocar y en qué cuantía?

Para hablar de innovación tienen que darse cuatro condiciones primarias:

a) Existencia de una oportunidad o necesidad de mercado insatisfecha.

b) Disponer de recursos humanos, materiales y financieros.

c) Saber gestionar el proceso y desarrollo de nuevos escenarios, y

d) Presencia de incentivos valederos.

Condiciones que no pueden prosperar individualmente sino que responden a un enfoque holístico y se nutren conjuntamente. Subyacente, ello exige tener que invertir en herramientas, procesos, talento y competencias.

Los incentivos tributarios son un beneficio, pero creo que no debemos magnificar expectativas. No es el qué tanto una empresa gasta en I+D+i lo que determina su éxito. Innovar no es solo innovación tecnológica, también es saber innovar en productos, en procesos, en la organización del trabajo, en buscar nuevas formas de hacer las cosas. Es saber imitar, cuando sea necesario, y sacar debido provecho de ese potencial. No tenemos por qué incomodarnos de ser un “segundo rápido y mosca”; aprendamos lo que en su momento hicieron los tigres asiáticos y China.

Me temo que la nueva ley, por sí sola, tendrá un efecto modesto sobre el gasto en I+D+i por las empresas radicadas en nuestro medio. En todo caso, serán las de mayor escala las que saquen mejor partida. Y, al fin de cuentas, lo que importa no es cuánto gastas sino cómo realizas el gasto.

 

Publicado en Gestión el 18 de marzo del 2015