BABEL ES MEJOR

Winston Churchill no sacaba buenas notas en el colegio. Pero en su autobiografía "Mi Juventud" escribió que eso no arruinó su carrera académica, porque "obtuve una inmensa ventaja sobre todos los chicos más brillantes. Todos ellos aprendieron latín y griego y cosas así de espléndidas... A nosotros nos consideraban unos zopencos porque solo podíamos aprender en inglés".

En parte gracias a Churchill y el predominio angloestadounidense en la posguerra, hoy el idioma inglés es apreciado. Más de 1,000 millones de personas lo hablan como primera o segunda lengua, y más como tercera o cuarta. Así mismo, ejemplifica perfectamente los "efectos de red" de una lengua global: mientras más gente la usa, se vuelva más útil.

El inglés es el lenguaje de los negocios internacionales, el derecho, la ciencia, la medicina, el entretenimiento y-desde la Segunda Guerra Mundial, para furia de los franceses- la diplomacia.

Quienquiera que desee hacerse un camino en el mundo debe hablarlo. Por supuesto que todo esto ha beneficiado a esta revista, pues le ha permitido flotar en esa creciente marea linguística.

Por eso no sorprende el aumento de la educación en inglés a nivel mundial. En algunas regiones-como Asia Oriental y América Latina-, ocurre principalmente entre los ricos. En otras -África y el sur de Asia, donde las antiguas colonias nunca se liberaron de la preeminencia del idioma-, pasa en todos los niveles de ingresos.

El deseo de los progenitores de que sus vástagos demoninen el inglés está estimulando el crecimiento de la escolarización privada. En las barriadas de Nueva Delhi (India) y Lagos (Nigeria), los padres contratan educación en inglés con la esperanza de que sus hijos obtengan un título universitario y buenos empleos, e incluso se sumen al reluciente mundo de los profesionales globales.

Y donde el sector privado lidera, los gobiernos le siguen los pasos.

Por conveniencia política, algunos países optaron hace tiempo por la enseñanza en inglés, porque hacerlo en una lengua local podría causar polémica. Pero hasta en los colegios públicos que utilizan la lengua materna, o un local, las autoridades están reemplazándola por el inglés, en parte para frenar el traslado de alumnos al sector privado.

Eso sucedió en las provincias de Punyab y Khyber Pakhtunkhwa, en Pakistán, mientras en algunos estados en India han iniciado experimentos de grande o pequeña escala. En África, se supone que en los primeros años la educación sea en una lengua local, pero a menudo, por presión de los progenitores o falta de libros de texto, eso no ocurre.

Está bien enseñar en inglés, si el idioma que los niños hablan en casa y sus padres lo manejan con fluidez. Pero ese no es el caso en la mayoría de colegios estatales o privados de bajo costo, donde los alumnos reciben instrucción en un idioma que no entienden, dictada por profesores cuyo inglés es mediocre. Por ende, no aprenden ni inglés ni nada.

Las investigaciones demuestran que los escolares aprenden más cuando se les instruye en su lengua materna. En un estudio aplicado a niños de los tres primeros años de primaria en doce colegios de Camerún, quienes recibían sus clases en Kom (lengua del grupo étnico del mismo nombre) obtenían mejores calificaciones, en todas las materias, que quienes recibían clases en inglés.

Los padres podrían argumentar que el objetivo es preparar a sus retoños para el mercado laboral, y que entender inglés es más útil que saber matemáticas o historia. Pero en el citado estudio, en quinto de primaria los chicos que aprendieron en kom tuvieron un mejor rendimiento que los otros, incluso en inglés. Quizás esto se explique porque su comprensión de los mecanismos de la lectura y la escritura es superior cuando se les instruye en un lenguaje que entienden.

El inglés debe ser una materia importante en el colegio, pero no necesariamente el idioma de instrucción. A menos que confíen en el estándar de inglés que se les ofrece, los padres deberían elegir la educación la educación escolar en lengua materna. Con respecto a los gobiernos que temen perder el respaldo del sector privado, en lugar de optar por la enseñanza en inglés, deberían evaluar todas las maneras posibles de mejorar la educación pública.

Por ejemplo, podrían limitarse el poder de los sindicatos obstruccionistas o encargar a privados el manejo de los colegios, y desarrollar buenos currículos, etcétera.

La provincia pakistaní de Punyab ha decidido ponerle fin al experimentado en inglés, en tanto que Uganda ha implementado la instrucción en doce lenguas para los cuatro primeros años de primaria.

Se necesitan más decisiones de este tipo. Al final y al cabo, fue la buena educación en su lengua materna, no en las clásicas que entonces privilegiaba la aristocracia británica, la que le hizo ganar a Churchill el premio Nobel de Literatura.

Publicado en Gestión, 26 de febrero del 2019.