LA ELIMINACION DEL CHECK-IN: ¿UN BENEFICIO PARA EL CONSUMIDOR O UNA AMENAZA A LA SEGURIDAD?

 

 

El avance tecnológico que caracteriza al mundo actual ha transformado profundamente la forma en que interactuamos, viajamos y consumimos bienes y servicios. En este contexto, un reciente proyecto de ley busca eliminar la obligación de realizar el check-in en vuelos comerciales, proponiendo una simplificación del proceso de embarque mediante el uso de herramientas digitales. Esta iniciativa tiene como objetivo facilitar la experiencia del pasajero, alinearse con las nuevas tecnologías disponibles y fortalecer los derechos del consumidor. No obstante, como toda reforma normativa, presenta tanto beneficios como riesgos que deben evaluarse con detenimiento.

Entre las ventajas más relevantes se encuentra la eliminación de un trámite considerado innecesario por muchos usuarios. Actualmente, el check-in obliga a los pasajeros a presentarse con antelación en el aeropuerto para confirmar su asistencia, a pesar de que ya proporcionaron toda la información requerida al momento de adquirir el boleto. Con esta reforma, la tarjeta de embarque se entregaría de manera automática al realizar la compra, eliminando un paso redundante. Esta medida, al aprovechar plataformas digitales, reduce también el uso de papel, disminuye el margen de error humano y contribuye a la sostenibilidad ambiental, favoreciendo así a los usuarios y al planeta.

Además, el proyecto refuerza la protección del consumidor al eliminar prácticas contractuales que podrían calificarse como abusivas. Según el Código de Protección y Defensa del Consumidor, los usuarios deben estar protegidos contra condiciones que limiten injustificadamente sus derechos. En este caso, la exigencia del check-in puede interpretarse como una imposición que entorpece el acceso al servicio ya contratado. Asimismo, muchas aerolíneas, pese a contar con toda la información del pasajero, insisten en trámites presenciales que generan colas y pérdidas de tiempo, lo cual resulta particularmente perjudicial para viajeros con agendas ajustadas.

Sin embargo, también existen preocupaciones válidas frente a esta propuesta. Una de las principales críticas radica en la pérdida de un punto de control que resulta clave para las aerolíneas. El proceso de check-in permite verificar documentos como pasaportes o visados, así como requisitos sanitarios o de seguridad. Eliminar este filtro podría provocar retrasos, errores o incluso la imposibilidad de abordar por falta de controles adecuados. A esto se suma la posible afectación logística en los aeropuertos, donde el check-in permite organizar el flujo de pasajeros y realizar ajustes de último minuto.

Otro riesgo relevante tiene que ver con la gestión y seguridad de los datos personales. Al depender más de plataformas tecnológicas para emitir tarjetas de embarque, se incrementa la exposición de los usuarios a eventuales vulneraciones de privacidad o ciberataques, lo cual obliga a implementar estrictos sistemas de protección digital. Además, las aerolíneas de bajo costo podrían verse particularmente afectadas, ya que su modelo de negocio se basa en la eficiencia operativa estricta y el cumplimiento de procedimientos rigurosos, por lo que esta reforma podría generarles sobrecostos o desajustes en su funcionamiento.

En resumen, la eliminación del check-in tradicional representa un avance en la modernización del transporte aéreo y una respuesta a la necesidad de reducir trámites innecesarios en favor del usuario. No obstante, su implementación debe ser cuidadosamente diseñada para que no afecte la seguridad ni genere desorden operativo. Es imprescindible que las aerolíneas cuenten con las herramientas necesarias para adaptarse a este nuevo esquema sin perjuicio para sus operaciones ni para los consumidores. Así, se podrá avanzar hacia un sistema más ágil, seguro y centrado en las necesidades del pasajero moderno.


 

Autor: Guadalupe Montenegro Ruiz. Fuente: Diario Gestión- pag. 15, 05 de mayo del 2025.