ÉTICA Y TEORÍA ECONÓMICA

 

AUTOR:Paul Krugman.

Sobre los economistas que vendieron su integridad y no obtuvieron nada a cambio.

Hemos visto muchos artículos acerca de la situación de la economía estadounidense, pero a mí me gustaría hablar sobre el estado de la teoría económica y su relación con la política. Y esa situación no es buena: la mala fe que domina a la política conservadora en todo nivel también está infectando a los economistas de derecha, lo cual es patético.

Hasta quienes alguna vez eran respetados ahora se humillan ante el trumpismo, pese a que el partido Republicano hace cada vez más claro que no requieren de sus servicios pues solo hay sitio para charlatanes. Lo que se necesita saber al hablar de teoría económica y política es que en Estados Unidos hay tres clases de economistas: profesionales liberales, profesionales conservadores y conservadores profesionales.

Los "profesionales liberales" son investigadores que intentan entender la economía lo mejor que en pueden, pero como son humanos, poseen preferencias políticas que en su caso los colocan a la izquierda, aunque a menudo solo modestamente a la izquierda del centro. Los profesionales conservadores son sus contrapartes en la controderecha. Los conservadores profesionales son algo distintos.

Incluso los de centroderecha los consideran charlatanes y tendenciosos. Se ganan la vida fingiendo ser investigadores -a menudo de manera incompetente-, pero solo son propagandistas. Y no existe una categoría correspondiente en la izquierda, en parte porque es mucho más probable que los millonarios que financian esa propaganda sean de derecha. Pero dejémoslos de lado por un momento y hablemos de quienes parecían intentar hacer economía de verdad.

¿Las preferencias políticas de los economistas moldean sus investigaciones? Sí afectan la elección de temas: los liberales están más interesados que los conservadores en la inequidad de ingresos o el cambio climático. Y como la naturaleza humana es lo que es, algunos de ellos -OK, de nosotros- esporádicamente recurrimos al razonamiento motivado y llegamos a conclusioones que se amoldan a nuestra visión política.

Yo solía creer que tales lapsos eran la excepción y no la regla, y los economistas liberales que conozco intentan evitarlos y se disculpan cuando caen en la trampa. ¿Los economistas conservadores hacen lo mismo? Cada vez más, la respuesta parece ser no, al menos quienes desempeñan roles prominentes en el debate público. Durante los años de Obama, era asombroso cómo muchos economistas de inclinaciones republicanas seguían la línea del partido en política económica, incluso si estaba en conflicto con el consenso profesional.

"Luego de años de histeria en torno a los males del endeudamiento, los economistas del establishment republicano respaldaron entusiastamente el recorte de impuestos que incrementó el déficit".

Así, cuando los políticos republicanos se oponían a todo lo que pudiese mitigar los costos de la crisis financiera y sus efectos, muchos economistas mostraron la misma postura. Por ejemplo, en el 2010, los economistas republicanos más conocidos criticaron los esfuerzos de la Reserva Federal (Fed) para combatir el desempleo, advirtiendo que se corría el riesgo de "degradar el dólar y elevar la inflación".

¿Lo hacía de buena fe? Hasta en esa época había motivos para sospechar lo contrario. Por un lado, esas acciones de la Fed eran lo que Milton Friedman recetó para economías deprimidas. Por otro lado, algunos de esos críticos se sumaron a las teorías conspirativas estilo Trump, que acusaban a la Fed de imprimir dinero para "rescatar la política fiscal", o sea, para ayudar a Obama, no a la econmía del país. También fue elocuente que ninguno admitió haberse equivocado.

Pero la verdadera prueba vino luego del 2016. Un cínico podría haber esperado que los economistas que criticaban los déficits presupuestales y la política monetaria expansiva bajo un Gobierno demócrata, repentinamente cambiaría de postura bajo un presidente republicano. Y hubiese tenido toda la razón.

Luego de años de histeria en torno a los males del endeudamiento, los economistas del establishment republicano respaldaron entusiastamente el recorte de impuestos que incrementó el déficit. Y tras condenar la política monetaria expansiva cuando el desempleo tocaba techo, algunos se han hecho eco de las demandas de Trump por tasas de interés bajas con el desempleo debajo de 4% -y los demás se han mantenido conspicuamente en silencio-.

¿Qué explica esta epidemia de mala fe? Algo tiene que ver con la ambición de esos economistas, aún esperanzados en obtener un alto cargo. Sospecho que además está el deseo de seguir codeándose con los poderosos. Pero hay algo patético en esta autohumillación profesional. No se trata únicamente de que Trump haya formado un Gobierno con los peores y los más opacados.

Lo cierto es que el partido Republicano no quiere escuchar a economistas serios, cualquiera que sea su posición política. Prefiere a charlatanes y tendenciosos.

Así que lo que hemos aprendido de la teoría económica estos últimos dos años es que muchos economistas conservadores estuvieron dispuestos a comprometer su ética profesional por fines políticos -y que vendieron su integridad a cambio de nada-.


Fuente : Gestión, 02 de Enero del 2019.