CRÉDITO NECESARIO

 


En todo el mundo en desarrollo, enormes cantidades de personas han perdido sus empleos o han visto caer sus ingresos. Muchas están vendiendo sus escasas pertenencias para comprar comida. Idealmente, las ayudas estatales apuntalarían sus finanzas, pero en muchos países las arcas fiscales están vacías. Además, su riesgo crediticio es demasiado alto o viven en zonas remotas como para acceder a la banca.

El microcrédito, una forma de préstamo hecho a la medida para esta población, debiera ser parte de la solución, pero el sector no está respondiendo. En las décadas de 1990 y 2000, fue uno de los grandes pasos en la financiación del desarrollo. El 2006, Grameen Bank (Bangladés) y su fundador, Muhammad Yunus, ganaron el Premio Nobel de la Paz, por poner en práctica un modelo que impulsaba el espíritu emprendedor: en lugar de exigir garantías, que pocos pobres poseen, la capacidad crediticia es determinada evaluando los ingresos esperados.

Con frecuencia, los préstamos son otorgados a grupos de personas, que se conocen y se monitorean entre ellos mejor de lo que podrían hacer los bancos. También ahorra a los funcionarios tiempo e inconvenientes, creando así eficiencias que posibilitan a los clientes endeudarse por pocas sumas de interés asequibles. Actualmente, la carrera de préstamos de las instituciones microfinancieras (IMF) suman US$ 124,000 millones, pero el covid-19 está afectando sus finanzas.

Los pagos de las deudas, usualmente realizados en efectivo y en persona, se han desplomado, pero bancos e inversionistas que proveen fondos a las IMF siguen esperando retornos. Se avecina una escasez. Más de dos tercios de IMF han recortado sus préstamos, muchas en al menos la mitad, y cerca de un tercio no cuenta con suficiente efectivo para cubrir sus egresos este trimestre.

Pero no es el único problema, pues una serie de duraderas falencias han comenzado a minar su reputación de eficiencia y probidad. El sector ha aumentado en tamaño pero también en complejidad. Al ingresar a rubros como seguros y leasing, entre otros, el microcrédito se ha transformado en microfinanzas, adicionando nuevos actores.

Una mezcolanza de reguladores se han esforzado por mantenerse al día, y una regulación dispersa y abundantes vacíos legales se han vuelto un serio problema, a medida que las altas tasas de cumplimiento del sector- por encima del 90% han traído entidades con fines de lucro, algunas de las cuales exigen como garantías títulos de propiedad, aplican intereses exorbitantes y usan abusivas tácticas de cobranza. Desde Congo hasta Kósovo, han surgido escándalos.

Cada vez más investigaciones académicas indican que las microfinanzas no están a la altura de las expectativas de sus promotores. Entre los críticos figuran los ganadores del premio Nobel de Economía 2019, Abhijit Banerjee y Esther Duflo, que han hallado que los efectos de las microfinanzas sobre inversión, ingresos y consumo son pequeños e inciertos. Ello ha resuelto en un menguante interés de parte de inversionistas y donantes de primer orden.

El momento es pésimo. La gente recurre a las IMF por una variedad de necesidades, desde comprar bienes hasta ayudar a parientes. Lo que importa no es tanto en qué se gastan los préstamos sino la capacidad de familias y empresas de estabilizar sus ingresos y egresos, lo cual es muy relevante cuando surgen malas noticias o una mala temporada o una pandemia.

Sin el microcrédito, el covid-19 provocará que más personas en apuros acudan a usureros y casas de empeño, con riesgo de caer en aspirales de deuda.

¿Qué hacer? En el corto plazo, las IMF viables necesitan respaldo; donantes e inversionistas deben considerar el otorgamiento de aplazamientos, reprogramaciones o inyectar capital. Casi la mitad de IMF no ha visto el tema con sus financistas. Los supervisores tienen que flexibilizar los requerimientos de reservas y se deben permitir los periodos de gracia para clientes en aprietos, siempre y cuando las IMF diseñen planes de retorno a la normalidad luego de la pandemia.

En el largo plazo, los gobiernos tienen que reprimir el préstamo predatorio y diseñar reglas más consistentes y uniformes. Ello evitará que poblaciones vulnerables caigan víctimas de tales prácticas y también ayudará a restaurar la confianza en firmas de microcrédito legales. No es fácil calibrar la regulación, pero hay ciertas medidas obvias como un mejor intercambio de información, a fin de que las IMF sepan qué están haciendo y la gente pueda comparar servicios y costos.

Asimismo, se debe obligar la evaluación correcta de la capacidad de pago, la transparencia en tasas de interés y comisiones, la protección contra el hostigamiento , así como mecanismos creíbles de reclamos, publicitados en campañas de información.

Para gobiernos que luchan contra profundas recesiones, las microfinanzas podrían parecer algo secundario, pero las IMF tienen 140 millones de clientes, de modo que ayudar al sector a recuperar su salud es una muy buena inversión.

 

 

 

Fuente: Gestión, 18 de Agosto del 2020.

 

 

 


SHOCK DE REESTRUCTURACIONES

 

 

 

 

 

1. Estamos atravesando por una de las peores recesiones de nuestra historia. El shock del covid-19 y, sobre todo, las medidas implementadas para hacerle frente, han llevado a que este año la economía peruana sea una de las que más se contraiga en el planeta. Algunos funcionarios del Gobierno piensan que la recuperación será muy rápida y que estamos frente a una recesión en forma de "V" (caída pronunciada y pronta recuperación). Ojalá, pero poco probable. Todo indica que la recuperación se dará, pero que va a ser lenta (forma de "U").

2. Promover la inversión privada en la actual coyuntura económica y política es un enorme reto. Tal vez, donde se pueda tener mayor éxito por la rapidez y los montos involucrados es en el caso de la minería.

En el caso del aparato productivo orientado al mercado interno, muchas empresas han sufrido un shock enorme y su recuperación va a requerir de mucha coordinación. En este último caso no se trata tanto de atraer nuevo capital (inversión), como de salvar aquel que ya se ha invertido. Se requiere promover la reestructuración empresarial y evitar la liquidación de las empresas, y, cuando esto último sea inevitable, debe propiciarse que la liquidación sea rápida y ordenada, que preserve el valor de los activos del negocio.

3. Los programas de reestructuración bajo el paraguas de Indecopi, los denominados procesos concursales pueden ser herramienta valiosa para salvar el capital ya invertido en las empresas.

Desgraciadamente, hasta ahora, la mayor parte de compañías que entran a estos procesos terminan liquidándose y, además, de manera ineficiente. Según las estadísticas del Indecopi, aproximadamente el 97% de las empresas han tenido este destino. Y, según el ranking Doing Business 2020 del Banco Mundial, a través de estos solo se consigue recuperar el 31.3% de los créditos en un plazo promedio de 3.1 años (mientras en Chile y Colombia las tasas de recuperación son de 41.9% y 68.7%, y los plazos promedio de 2 y 1.7 años, respectivamente).

4. Por ello, resulta indispensable un sistema concursal que propicie la coordinación entre acreedores, en vez de la competencia por cobrar primero.

Para salvar empresas y puestos de trabajo, los procesos concursales deben ser oportunos y eficientes. Sin embargo, en el Perú, no lo son. Ya sea por requisitos o por la carga procesal del Indecopi, estos demoran tres meses en admitirse (y para solicitarlo las empresas tienen que prepararse con, por lo menos, dos meses de anticipación) y, luego, pasan más de 10 meses hasta que los acreedores se reúnen para decidir el destino de la empresa.

5. El reciente "Procedimiento Acelerado de Refinanciación Concursal" (PARC) apunta a corregir estos problemas y algunas de sus disposiciones deberían replicarse en los demás procesos concursales.

Sin embargo, y a pesar de sus méritos, su acogida ha sido muy fría. La desconfianza en el sistema concursal, generada por años de malos resultados, ha llevado a que muy pocas empresas se acojan al PARC (al momento de escribir este artículo, solo una lo había hecho).

6. Ante la actual crisis, un sinnúmero de empresas necesitará reestructurarse de manera ordenada y coordinada con sus acreedores; si no lo hacen, quebrarán.

Para que el Sistema Concursal pueda ayudarnos a minimizar la destrucción de valor, se requiere de un shock de reestructuraciones, pero, para ello, el sistema concursal debe funcionar de manera oportuna y segura; y esto no se obtiene únicamente con una ley. Es necesario, reforzar al Indecopi, así como articular su actuación con el Poder Judicial y el Ministerio Público.

 

 

 

Fuente: Gestión, 23 de Julio del 2020.