SE VIENE UN BOOM

 

 

Los próximos meses serán increíblemente sombríos. La pandemia está estallando y Donald Trump tuitea mientras el país se incendia. Sus funcionarios se estuvieron rehusando a compartir data del virus con el equipo de Joe Biden. Como resultado, ocurrirán muchas muertes evitables antes de que se distribuya la vacuna.

La economía también será golpeada; los viajes están disminuyendo, indicador temprano de que la generación de empleo se está desacelerando, incluso de un retorno a la caída del empleo pues el temor al virus está haciendo que los consumidores se confinen nuevamente. Pero ya viene la vacuna. Nadie sabe cuáles de las prometedoras candidatas prevalecerán o cuándo estarán disponibles, aunque es muy probable que tendremos la pandemia bajo control en algún momento del 2021.

También es seguro apostar por una fuerte reactivación económica. Esto no es el consenso, la mayoría de pronosticadores está bastante pesimista y espera una lenta recuperación que tomará años para llevarnos a algo que semeje el pleno empleo, debido al impacto a largo plazo del desempleo y el cierre de negocios. Podrían tener razón.

Pero mi impresión es que muchos analistas han "sobre aprendido" las lecciones de la crisis financiera del 2008, que fue seguida por años de empleo deprimido, lo que desafió las predicciones de una recuperación en "V", como había sucedido en recesiones previas. Yo estuve entre quienes desistieron, pues fue una recesión diferente. Y la misma lógica que predijo esa recuperación lenta apunta a una mucho más veloz en esa ocasión de nuevo, para cuando la pandemia esté controlada.

¿Qué frenó la recuperación? La respuesta más obvia es que el estallido de la burbuja inmobiliaria dejó a las familias con altos niveles de deuda y una situación financiera muy debilitada que demoró años en recobrarse. Pero la recesión provocada por la pandemia encontró a las familias con mucha menos deuda. El patrimonio neto acusó un golpe pero se recuperó rápidamente. Y probablemente exista mucha demanda acumulada: quienes tuvieron empleo ahorraron durante la cuarentena, acopiando grandes volúmenes de activos líquidos.

Todo esto sugiere que el gasto aumentará cuando la pandemia amaine y la gente sienta que es seguro salir de casa, tal como ocurrió en 1982, cuando la Reserva Federal recortó las tasas de interés. A su vez, esto sugiere que Joe Biden terminará presidiendo una fortísima recuperación. Esto me lleva de regreso a la política. ¿Cómo deberá actuar Biden ante la buena noticia económica, si esta se materializa?

En primer lugar, deberá destacarla. No espero que imite a Trump, no es esa clase de persona, y su equipo económico estará compuesto por gente a la que le importa la reputación profesional, no los charlatanes que pueblan el actual Gobierno. Pero sí podrá resaltar la buena noticia y subrayar que refuta a quienes afirman que las políticas progresistas frenan la prosperidad.

Además, Biden y su equipo no deben dudar en alertar cuando los republicanos, en Washington y gobiernos estatales, intentan sabotear la economía, porque lo harán.

Ni siquiera me sorprenderá si vemos esfuerzos de ese partido para obstruir la distribución de la vacuna.¿Qué líneas no cruzará un partido que se ha rehusado a colaborar con el Gobierno entrante, si hasta sigue tratando de robar las elecciones?

Por último, mientras Biden saca provecho de la buena económica, deberá intentar consolidar ese logro y no dormirse en sus laureles. Los booms de corto plazo no son garantía de prosperidad de largo plazo. A pesar de la rápida recuperación de 1982-84, el trabajador estadounidense promedio percibía menos remuneración, en términos reales, al término de la presidencia de Ronald Reagan, en 1989, que en 1979.

Si bien soy optimista respecto del panorama inmediato de una economía posvacuna, será necesario invertir a gran escala para reconstruir nuestra decrépita infraestructura, mejorar las condiciones de vida de las familias (en especial de la niñez) y, sobre todo, combatir el cambio climático. Así que aunque yo esté en lo correcto sobre las perspectivas de un boom de Biden, los beneficios políticos no deben ser motivo para la complacencia sino que deben ser utilizados para preparar el país para el largo plazo.

El hecho de que Biden podría hacerlo es motivo de esperanza. Quienes estamos preocupados por el futuro nos sentimos aliviados al ver derrotado a Trump, aun que es posible que tengan que sacarlo a la fuerza de la Casa Blanca, pero también amargamente decepcionados porque la esperada "ola demócrata" no se materializó en otras candidaturas. Pero si tengo razón, la peculiar naturaleza de la actual recesión podría brindar a los demócratas una gran oportunidad política. Existe una buena chanque de que para las elecciones de mitad de periodo del 2020 compitan como el partido que sacó al país y a la economía del profundo abatimiento causado por el covid-19. Y deben aprovechar esa oportunidad, tanto por su propio interés como por el interés del país y del mundo.

 

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Fuente : Gestión, 25 de Noviembre del 2020.