TERMINÓ EL PÁNICO INFLACIONARIO

 

¿Recuerdan cuando todos estaban aterrados por la inflación y alertaban de una estanflación estilo años 70? Pues muchos todavía siguen, algunos porque es lo que siempre dicen, algunos porque es lo que dicen cuando hay un presidente demócrata y algunos porque están extrapolando los fuertes aumentos de precios de enero-mayo, pero para quienes prestan atención a la nueva información, el pánico inflacionario ya pasó de moda.

En serio, la data reciente y los comunicados de la Reserva Federal (Fed) han desinflado el argumento de un brote inflacionario continuo. Es que ese argumento siempre dependió de asegurar que la Fed es intelectualmente o moralmente deficiente (o ambos).

O sea, para tener pánico inflacionario, hay que creer que el modelo de la Fed sobre cómo funciona la inflación es incorrecto o que la Fed carece del coraje político para enfriar la economía si se sobrecalienta peligrosamente. Ambas creencias han perdido el grueso de credibilidad que pudieran haber tenido.

Comencemos con la teoría de la inflación. Desde los años 70, en especial desde un artículo académico de Robert Gordon (1975), muchos economistas han intentado distinguir entre fluctuaciones transitorias de la tasa inflacionaria generadas por factores temporales y una tasa subyacente que es mucho más estable, pero es difícil de reducir si se torna incómodamente alta. La idea es que la política económica debe ignorar la inflación transitoria, que viene y se va con facilidad, y solo preocuparse si la subyacente parece subir (o bajar) demasiado.

Desde el 2004, la Fed publica habitualmente un estimado de inflación subyacente, la que excluye cambios en precios de alimentos y energía, que son notoriamente volátiles, y ha usado ese indicador para repeler exigencias de ajustar su política monetaria frente a brotes inflacionarios que considera temporales. Como en 2010-2011, cuando los precios del petróleo y otros commodities subían y los republicanos acusaban a la Fed de "degradar la moneda".

Por supuesto que la Fed tuvo razón: la inflación amainó rápido. Y la distinción entre inflación transitoria y subyacente, que a juzgar por mi bandeja de entrada, genera mucho odio de algunos en Wall Street, ha sido un éxito práctico pues ayudó a la Fed a mantener la calma ante sustos inflacionarios y deflacionarios.

La entidad ha estado sosteniendo que los recientes incrementos de precios son transitorios. Es cierto que no son alimentos ni energía sino alteraciones relacionadas con la pandemia, que ocasionó alzas de precios de autos usados, madera y otras fuentes de inflación no tradicionales. Pero la opinión de la Fed que este episodio, al igual que el ruido de 2010-2011, pasaría pronto. Y parece que tenía razón. Los precios de la madera se han desplomado, mientras que los de metales industriales como el cobre están bajando. Los de autos usados siguen muy altos, pero no aumentan.

El otro argumento dice así: El plan de rescate del Gobierno de Biden ha inyectado a la economía una enorme cantidad de poder de compra, mientras que las familias adineradas, que acumularon ahorros durante la pandemia, están listas para gastar a lo grande. Como resultado, advierten los críticos, habrá un clásico caso de demasiado dinero en pos de muy pocos bienes, lo que provocará un gran incremento no solo de precios volátiles sino también de la inflación subyacente.

Sin embargo, para creerse este cuento, uno tiene que afirmar que el boom que se viene será enorme, incluso más de lo que la mayoría de proyecciones espera, pero además que la Fed, que es completamente capaz de frenar un boom descontrolado, no hará nada si la inflación se le escapa de las manos. Pero la semana pasada, los comunicados del Comité de Mercado Abierto de la Fed, es el grupo que establece la política monetaria, hizo menos verosímiles esas afirmaciones.

Leer esos comunicados suele ser un ejercicio de Kremlinología, la Fed no anunció ningún cambio en la política monetaria, así que todo consiste en identificar cambios en el tono para hallar pistas sobre el futuro. Los observadores consideraron que los comunicados daban una señal de que la Fed está dispuesta a pisar el freno si la economía excede su límite de velocidad. Pienso que eso no será necesario, pero al sugerir que actuará si se requiere, la entidad ha debilitado profundamente cualquier argumento temeroso sobre un retorno a los años 70.

Entonces, ¿qué fue todo eso?

Los agoreros monetarios han estado equivocados una y otra vez desde principios de los años 80, cuando Milton Friedman predecía un resurgimiento inflacionario que nunca llegó. Es justo afirmar que el respaldo al Gobierno en torno a la economía es mucho más fuerte que en los años de Obama, de modo que ahora tiene mayor sentido preocuparse por la inflación.

Pero la vehemencia de la retórica inflacionaria ha sido exageradamente desproporcionada en relación con los riesgos reales. Y ahora, esos riesgos parecen ser mucho más pequeños de lo que eran hace unas pocas semanas.

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Fuente : Gestión, 23 de junio del 2021.