EL GASTO PÚBLICO RECUPERA TERRENO

 



 

Así era antes: Asistí a una reunión en la que el Presidente Barack Obama pidió a un grupo de economistas ideas atípicas de política económica, y recuerdo que dijo: "No me digan que debo gastar un millón de millones de dólares en infraestructura. Ya lo sé, pero no puedo hacerlo".

Así es ahora: Los líderes demócratas han acordado una propuesta de US$ 3.5 millones de millones en inversión pública de varios tipos, que es adicional a un plan bipartidista de US$ 600,000 millones en infraestructura física. Algunos artículos de prensa dicen que ese acuerdo es una derrota para la izquierda, porque el senador Bernie Sanders propuso gastar más.

Es obvio que solo se trata de una propuesta y convertirla en ley requerirá que todos los senadores demócratas se pongan de acuerdo. no obstante, se ha producido un increíble cambio, un viraje hacia la izquierda en lo que se considera políticamente realista.

Muchos de los que intimidaron el Gobierno de Obama sobre la deuda parecen revelar mucho de sus verdaderas motivaciones pues estuvieron en silencio los años de Trump.

Es cierto que los planes de gasto incluyen reducirlo en otras áreas y aumentar la recaudación, de modo que no involucrarán únicamente endeudamiento. Pero la disipación del pánico por la deuda significa que los demócratas no se preocuparán demasiado por cómo se financiará ese gasto.

La teoría económica ahora está más basada en la evidencia que antes, y los economistas han recopilado muchísima data sobre los beneficios del gasto público, en especial las ayudas a familias con hijos pequeños. los conservadores insistirán en que el gasto es excesivo, pero lo cierto es que existe evidencia concreta de buenos resultados para el tipo de gasto que proponen los demócratas.

Además, cualquier gasto que reciba respaldo bipartidista será para infraestructura física como carreteras y puentes, lo que de hecho necesita mucho empleo, pero hay un argumento de mucho más peso respecto de retornos mucho más elevadas a favor del gasto "blando", el cual conforma el grueso de la propuesta demócrata.

Por último, los republicanos han perdido interés en la política económica. En los años de Obama, los políticos de ese partido movilizaban a sus bases con mentiras sobre Obamacare y cuentos aterradores sobre los déficits presupuestarios. Con el presidente Biden, están movilizando a sus bases con mentiras sobre una elección robada y descabellados alegatos sobre la teoría crítica de la raza.

Es claro que el descenso republicano hacia la locura es malo; si uno no está aterrado por el futuro del país, no está prestando atención, pero de manera perversa, esa insania ha allanado el camino de la agenda económica y fiscal demócrata. Senadores de viejo cuño todavía mascullan las usuales críticas "gasto socialista mata empleos", pero la energía del partido está centrada en derrotar imaginarias y satánicas conspiraciones, no en bloquear los planes de gasto de los demócratas.

Los planes de gran gasto podrían no ser aprobados. Los demócratas tienen una estrecha mayoría en el Congreso y no conseguirlo sigue siendo una opción. Pero ahora mismo, parece que el gran gasto está de regreso, y por los motivos correctos.

 

 

Fuente : Gestión, 21 de julio del 2021.