ABARATAMIENTO INOPORTUNO

 

Hasta hace unos días, republicanos y medios conservadores amaban hablar sobre el precio de la gasolina. "¿Recuerdan cuán barata era con Trump?" se convirtió en la respuesta para todo. ¿Existe abrumadora evidencia que el expresidente conspiró en una violenta intentona para anular las elecciones del 2020? "Al país real no le interesa el Comité (que investiga el asalto al Capitolio). ¡La gasolina está por encima de US$ el galón!, declaró el congresista Jim Jordan.

Pero ahora, su precio está cayendo. Ha bajado más de US$ 0.50 el galón en los grifos; los precios al por mayor, cuyas variaciones normalmente se trasladan con retraso a los precios al por menor, han disminuido más, lo que indica que los precios seguirán a la baja por al menos unas cuantas semanas.

Y hay una palpable sensación de pánico en Fox News.

De lo que puedo observar, los funcionarios del Gobierno de Biden están siendo notablemente mesurados en subrayar la buena noticia (la que probablemente sea resultado de una desaceleración global). Sin embargo, el punto más importante es que el foco de los políticos republicanos en el precio de la gasolina es profundamente estúpido. Y si la torta se les voltea, sería justicia poética.

¿Por qué es estúpido concentrarse en el precio de la gasolina? Primero, si bien las políticas presidenciales pueden tener efectos en muchas cosas, el costo de llenar el tanque no es uno de ellos. En su mayor parte, los precios de las gasolins reflejan la cotización del petroleo crudo, que es fijada en los mercados mundiales, una de las razones de que la inflación se haya disparado en todo el mundo. El gasto del Gobierno de Biden en sus primeros meses podría haber contribuido a la inflación en el país, pero no tiene que ver con el precio de la gasolina.

Segundo, la gasolina estuvo barata el 2020 por un motivo muy malo: la demanda global por petróleo estaba deprimida porque la economía mundial tambaleaba por los efectos de la pandemia. Tercero, incluso antes de la pandemia, los precios de las gasolinas estuvieron insosteniblemente bajos.

Es poco conocido que los precios en los grifos se redujeron durante el segundo periodo de Obama: de alrededor de US$ 3.70 el galón a mediados del 2014 a US$ 2.23 en vísperas de las elecciones del 2016. Ello se debió, principalmente, al boom de la fracturación, que elevó tanto la producción de petróleo en el país que empujó los precios a la baja en todo el mundo.

No obstante, ese boom no tuvo sentido financiero. Las compañías energéticas se endeudaron fuertemente para invertir en nuevas perforaciones, pero nunca generaron ingresos suficientes para justificar el costo.

Así que los altos precios de las gasolinas no fueron culpa del presidente Biden, y dada la desaparición de las fuerzas que solían mantenerlas baratas, es difícil pensar en alguna política que rebaje sus precios a US$ 2 o US$ 3 por galón.

Aparte que los republicanos no están proponiendo nada al respecto. Pese a ello, su partido optó por intentar que las elecciones de medio periodo fuesen principalmente sobre las precios en los grifos. Y este foco en la gasolina le está causando cólicos, pues su precio está cayendo. Es que es difícil dedicar tantos meses a insistir en que Biden es culpable del alza y luego negarle el mérito cuando se reducen.

Algunos analistas de derecha ahora señalan que los precios de las gasolinas siguen muy por encima de lo que eran el 2020. Esto si es cierto, pero tanto de su mensaje ha dependido de la amnesia de los votantes, que no recuerden lo que realmente ocurría ese año, que tengo mis dudas sobre cuán eficaz sea ese argumento.

Muchos analistas de Wall Street esperan un brusco descenso en la inflación para los próximos meses, como reflejo de múltiples factores y no solo del abaratamiento de la gasolina, desde la caída de precios de autos usados al declive de los fletes. Las expectativas del mercado de la inflación de corto plazo podrían reducirse notoriamente.

Si analistas y mercados están en lo correcto, probablemente nos estemos dirigiendo a un periodo en que los titulares sobre inflación sean mejores que la realidad; no está claro si la inflación subyacente se ha reducido mucho, o siquiera algo. Pero ese no es un argumento que los republicanos, que han hecho todo lo posible para bajar el nivel intelectual del debate sobre la inflación para bajar el nivel intelectual del debate sobre la inflación, estén en condiciones de plantear.

Esto tendrá obvias implicancias paras las elecciones de medio periodo. Los republicanos han estado confiando en que la inflación les otorgue una enorme victoria, pese a que no han explicado qué harían al respecto. Pero si miramos la intención de voto, que probablemente aún no refleja el abaratamiento de la gasolina, en lugar de la aprobación de Biden, los comicios se ven sorprendentemente competitivos.

Quizás a los estadounidenses de verdad sí les preocupan los ataques contra la democracia o la derogación del derecho al aborto. Si continúan las buenas noticias inflacionarias, noviembre podría ser muy diferente de lo que todos esperaban.

 

Autor: Paul Krugman, Fuente : Gestión, 27 de julio del 2022.