DESCONFIANZA GENERALIZADA EN CHINA

 

Los líderes de China tienen planes ambiciosos para la economía que se proyectan a corto, mediano y largo plazo. Para alcanzar sus objetivos, saben que necesitarán movilizar grandes cantidades de mano de obra, recursos y tecnología. Sin embargo, están enfrentando dificultades para obtener un elemento clave: la confianza.

Según la Oficina Nacional de Estadísticas, la confianza del consumidor cayó en abril de 2022, cuando Shanghái y otras grandes ciudades fueron confinadas debido a la pandemia, y no ha logrado recuperarse, incluso volvió a disminuir en julio. Las cifras son tan desalentadoras que resulta sorprendente que el Gobierno siga publicándolas. Este pesimismo no se limita solo a los consumidores; las empresas extranjeras llevan tiempo quejándose de la política económica inconsistente e impredecible. En el segundo trimestre, la inversión extranjera directa (IED) tuvo un saldo negativo de 14,800 millones de dólares, una cifra sin precedentes.

Las empresas chinas tampoco muestran optimismo. El Gobierno realiza encuestas mensuales a miles de "gerentes de compras" sobre producción, pedidos, contratación y perspectivas, y en agosto las expectativas empresariales alcanzaron su punto más bajo, excluyendo el periodo de pandemia. A pesar de que las autoridades chinas han propuesto "estabilizar las expectativas del mercado" y "fortalecer la confianza social", las soluciones ofrecidas no han sido muy convincentes. Se debate si la baja confianza es la causa o consecuencia del estado de la economía. Hace un año, se podía argumentar que el pesimismo empresarial reflejaba el debilitamiento económico, pero ahora la confianza está peor de lo esperado, considerando otros indicadores, como las exportaciones, que han mantenido un buen desempeño. No obstante, las empresas prefieren no convertir sus ingresos en yuanes, acumulando 400,000 millones de dólares, según Goldman Sachs. A pesar de la esperada reducción de las tasas de interés en EE. UU., los exportadores no parecen apresurarse a adquirir yuanes mientras no mejoren las perspectivas de la economía china.

Algunos analistas creen que el pesimismo refleja problemas más profundos. Adam Posen, del Instituto Peterson de Economía Internacional, sostiene que la confianza en la política económica china se destruyó durante las cuarentenas de la pandemia y las inesperadas restricciones regulatorias impuestas a algunas de las compañías más importantes del país, donde el gobierno priorizó otras metas sobre la prosperidad privada.

Para intentar recuperar la confianza empresarial, el gobierno chino está preparando una ley para promover el sector privado, pero Posen argumenta que el Partido Comunista no tiene la capacidad de limitar su propio poder, lo que impide que las medidas de estímulo tengan el impacto deseado. Así, aunque se reduzcan las tasas de interés, la gente no se endeudaría ni gastaría más, y el aumento del gasto público no necesariamente estimularía el gasto privado.

Si el pesimismo es resultado de una economía débil, un fuerte estímulo podría revertir la situación. Sin embargo, si Posen tiene razón, estas medidas no revitalizarán ni la economía ni la confianza. El gobierno parece decidido a resolver esta duda: ha dado señales de relajar la política fiscal, aprobando ventas repetidas de bonos gubernamentales y una amplia cuota de "bonos especiales" para que los gobiernos locales los adquieran. Además, el banco central ofrece créditos con tasas bajas para estabilizar el mercado inmobiliario.

A pesar de estas iniciativas, el déficit presupuestario se redujo en el primer semestre, según Goldman Sachs, y se han aprovechado poco las medidas anunciadas. Zhao Jian, del Instituto de Investigación Xijing, comentó que los gobiernos locales están cada vez más inactivos, comentario que fue rápidamente censurado por las autoridades. Esto podría deberse a una crisis de confianza entre los propios funcionarios locales.

Para frenar la corrupción y garantizar que las prioridades de Pekín se implementen, el presidente Xi Jinping ha sometido a las autoridades locales a un mayor escrutinio. Los casos presentados a la agencia anticorrupción aumentaron un 28% en el primer semestre respecto al mismo periodo en 2023. Según Jesica Teets, de la Universidad de Middlebury, quien entrevistó a funcionarios en 2022, los burócratas ahora tienen menos autoridad pero más responsabilidades, lo que los lleva a ser reacios a actuar por iniciativa propia, ya que consideran que "hacer más puede significar cometer más errores". Pekín puede estar fomentando el gasto ahora, pero más adelante podría criticar el endeudamiento resultante o la elección de proyectos, lo que contribuye a que un tercio de los burócratas locales considere renunciar si pudiese. Para restaurar la confianza en el sector privado, China primero necesita recuperar la moral de sus funcionarios.




Autor: The Economist. Fuente: Diario Gestión - pag. 22, 12 de setiembre del 2024.