En medio de una economía global marcada por la desaceleración y la incertidumbre, Perú se destaca como uno de los países con menor riesgo en la región, lo que merece especial atención y análisis. Con un puntaje de 155 en el EMBI 2024, Perú se posiciona como el tercer país de América Latina con mejor indicador, solo superado por Uruguay y Chile. Este logro se debe a diversos factores que han fortalecido su estabilidad interna y ofrecen numerosas oportunidades para el desarrollo en beneficio de su población. “Si el país sigue en esta línea y fortalece su entorno político, las perspectivas de crecimiento y desarrollo son alentadoras, ofreciendo esperanza a las generaciones futuras".
Uno de los principales factores detrás de este bajo riesgo país es la sólida gestión fiscal de Perú en las últimas décadas. A pesar de los desafíos políticos y sociales, el país ha mantenido una disciplina fiscal constante, controlando de manera eficaz el gasto público y administrando la deuda con responsabilidad. Este enfoque inspira confianza entre los inversionistas internacionales, que ven a Perú como un destino atractivo para sus proyectos.
La diversificación de la economía peruana también ha sido fundamental. Sectores como la minería, la agroindustria y el turismo han mostrado resiliencia y han atraído inversión extranjera directa, lo cual contribuye al crecimiento sostenible. La abundancia de recursos naturales y un marco regulatorio favorable a la inversión han permitido que Perú siga siendo competitivo a nivel regional. Este dinamismo no solo impulsa la creación de empleo, sino que también refuerza las finanzas públicas.
Las ventajas de esta posición privilegiada son amplias. Un bajo riesgo país facilita el acceso a financiamiento internacional a tasas competitivas, lo que puede traducirse en importantes inversiones públicas en infraestructura, educación y salud, todas cruciales para el desarrollo a largo plazo. Asimismo, una imagen positiva en los mercados puede atraer más empresas extranjeras, promoviendo la innovación y el desarrollo tecnológico, elementos clave para la modernización del país.
No obstante, es importante no caer en la autocomplacencia. La estabilidad económica debe complementarse con un entorno político más transparente y predecible. La gobernabilidad y la lucha contra la corrupción son pilares esenciales para mantener este crecimiento y asegurar que los beneficios de una economía sólida se reflejen en una mejor calidad de vida para todos los peruanos.
En conclusión, el bajo riesgo país de Perú es una señal alentadora en un contexto de desafíos globales. Las bases de una economía sólida, la diversificación de los sectores productivos y la capacidad de atraer inversiones son ventajas que deben ser aprovechadas. Si el país continúa en este camino y fortalece su entorno político, las perspectivas de crecimiento y desarrollo son favorables, proporcionando esperanza para las futuras generaciones.
Autor: Sección Editorial, Fuente: Diario El Peruano- pag. 20. 23 de octubre del 2024.