¿UN INICIO INESPERADO?
El 2025 arrancó bajo la influencia de Donald Trump. En Wall Street y otros centros financieros, el debate se ha centrado en los efectos de las políticas que ha impulsado desde finales de 2024. Su regreso al poder ha añadido una capa de incertidumbre al panorama global, algo que muchos ya anticipaban.
Desde el primer día, Trump no esperó para definir su estrategia, sino que implementó cambios en inmigración y servicios gubernamentales con el objetivo de reforzar su agenda conservadora y reducir gastos estatales. Además, eligió como primer frente de conflicto el comercio internacional, acelerando la imposición de tarifas a distintos socios comerciales.
Lo llamativo fue el orden en que inició su ofensiva. Colombia fue su primer objetivo, y tras una serie de intercambios en la plataforma X, logró debilitar la posición inicial del presidente Gustavo Petro. En contraste, con México, Canadá, Europa y China, en lugar de una escalada tarifaria gradual, optó por anunciar posibles incrementos inmediatos de hasta 25% en los aranceles. Sin embargo, otorgó a estos gobiernos un margen de maniobra para presentar propuestas favorables a Estados Unidos, lo que les permitiría evitar tales medidas.
A esto se suma su involucramiento en el conflicto entre Rusia y Ucrania. En poco tiempo ha tomado múltiples decisiones, reafirmando su estilo impredecible. Su impacto sigue siendo incierto: para algunos, representa un factor de inestabilidad global; para otros, una estrategia necesaria. Lo que es innegable es que sus acciones han elevado las tensiones internacionales, con consecuencias dispares en la economía mundial.
En el caso del conflicto en Ucrania, más allá de las posiciones sobre cómo debería resolverse, un eventual acuerdo de paz podría reducir el precio del petróleo y aliviar las presiones sobre las cadenas de suministro de crudo. Esto beneficiaría a los países importadores y daría un respiro a la inflación global. Europa, en particular, sería una de las regiones más favorecidas, además de que se evitarían más pérdidas humanas. Sin embargo, la resolución de esta crisis no depende solo de factores económicos, sino también de múltiples intereses geopolíticos, por lo que su desenlace sigue siendo incierto.
El panorama general se asemeja a una obra abstracta: difícil de interpretar, pero con un mensaje común de incertidumbre. Aun así, los mercados han respondido con optimismo en lo que va del año. Los índices bursátiles de Estados Unidos, Europa y China han registrado alzas del 4%, 10% y 5%, respectivamente. Las monedas emergentes también han mostrado solidez: el real brasileño y el peso colombiano han subido más del 7%, mientras que el sol peruano se ha apreciado casi 2%.
Este desempeño ha sido positivo para los activos financieros, aunque no del todo inesperado. Si bien la incertidumbre geopolítica sigue siendo alta, la ausencia de una recesión en 2024 ha generado confianza en los inversionistas. A esto se suma el optimismo sobre el rumbo que tomará la administración de Trump, aunque aún es demasiado pronto para anticipar cómo se desarrollará esta historia.
Autor: Jean Pierre Fournier. Fuente: Diario Gestión - pag. 24, 21 de febrero del 2025.