El retorno de Aristóteles

Autor: Luis Arista Montoya (Ex director del INC, docente universitario).

 

El Partenón, templo griego del siglo V (a.C.) construido por los arquitectos Ictino y Calícrates, y decorado por Fidias en honor a la diosa Atenea de Parthenos, asentada en la Acrópolis de Atenas, es el más portentoso ícono del patrimonio monumental griego, como lo es Machu Picchu para nosotros.

Al contemplar su fotografía en estado de conservación inconcluso, apuntalado por vigas y andamios, este monumento simboliza también el resquebrajamiento pavoroso de la economía griega.

Por más alejados que estemos –pero cercanos por la herencia del racionalismo helénico– esta situación da que pensar. De lo que pase con Grecia depende la futura unidad europea, por más que sea un país pequeño (con 12 millones de habitantes) y no sea una potencia económica, de él brotó la semilla y la raíz greco-latina de la actual civilización occidental, reforzada, más tarde por el cristianismo.

Atenas e Jerusalén (razón y religión) son desde antaño nuestros referentes, desde entonces logos y fe se imbricaron mutuamente, aunque últimamente ciertos fundamentalismos teocráticos (y financieros) tratan de desmembrarlos.

La europeidad está orgullosa de haber heredado esta tradición fuerte. Es parte constitutiva de su identidad cultural. Es por eso que creo que la economía griega merece ser rescatada y salvada. Que la famosa troika: Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, lejos de estrangularla con medidas de extrema austeridad, al tiempo de sanear sus finanzas, proponga una nueva filosofía económica acorde con la ética de la austeridad y felicidad propuesta ya por el viejo Aristóteles (La Moral, a Nicómaco)

Grecia vivió un espejismo. De ser un país subdesarrollado de Europa (junto con España, Portugal y Turquía) hasta los años 80, de pronto, al ingresar a la comunidad europea, comenzó a implementar medidas propias de un Estado de bienestar, y ahora ese estado de apariencia se está viniendo abajo.

La angurria y negligencia de financistas y gobernantes son en gran medida la causa de esa debacle, es por eso que los indignados claman racionalidad política, para evitar una quiebra desordenada. Es urgente, porque Grecia enfrenta el vencimiento de enormes pagos de deuda en marzo. Pero como siempre será el pueblo el que pague.

Parafraseando al filósofo alemán Martin Heidegger –deudor de Platón y Aristóteles– con la crisis griega, el mundo está viviendo una "época grave"; "lo grave" es lo que da que pensar, es por eso que "lo gravísimo de nuestra época grave es que todavía no pensamos".

¿Qué hacer? Volver a pensar como los pensadores griegos clásicos: apelando al logos y al mithos (razón y mito). "El hecho que todavía no pesamos no sería más que una tardanza, una demora en el pensar, o, cuando mucho, una negligencia por parte del hombre", escribió en 1952 el autor de ¿Qué significa pensar?

De la obra filosófica de Aristóteles se puede extraer una ética para empresarios, para aquellos financistas, inversores, tecnócratas y políticos que solo apuntan estratégicamente a la ganancia como sea y a todo dar, excluyendo a las mayorías. Y esto vale también para el caso peruano, donde, por fin, el concepto de "inclusión social" ha sido incorporado a los discursos políticos. También debe incorporarse el concepto de índice "felicidad" en la república. Que el Producto Bruto Interno (PBI) sea concomitante con un Producto Básico de Felicidad (PBF).

Finalmente, he aquí algunas ideas clave sustentadas por Aristóteles, quien fue el primero en escribir sobre la relación entre Economía Política, ética y felicidad:

–Usura. Hay fundado motivo para execrar la usura, porque es un modo de adquisición nacido del dinero mismo, al cual no se da el destino para el que fue creado (para el cambio). El interés es dinero producido por el dinero mismo; y de todas las adquisiciones de éste la más contraria a la naturaleza.

–Especulación. La especulación lucrativa pertenece en general a todos los que están en posición de construir en su favor un monopolio. Muchos gobiernos tienen necesidad, como las familias, de emplear de estos medios para enriquecerse; y podría decirse que muchos gobernantes creen que solo de esta parte de la gobernación deben ocuparse.

–Felicidad. A los hombres insaciables les diremos que deberían, sin dificultad, convencerse en esta ocasión, de que, lejos de adquirirse y conservarse las virtudes mediante los bienes exteriores (léase: signos exteriores de riqueza), son, por el contrario, adquiridos y conservados éstos mediante aquéllas. Que, poseyendo estos bienes exteriores en más cantidad que la necesaria, son, sin embargo, tan pobres respecto de las verdaderas riquezas. La felicidad está siempre en proporción de la virtud y la prudencia.

– Estado próspero. El Estado más perfecto es al mismo tiempo el más dichoso, y el más próspero. El Estado, como el hombre, no prosperan sino a condición de ser virtuosos y prudentes; y el valor, la prudencia y la virtud se producen en el Estado con la misma extensión y con las mismas formas que en el individuo; y por lo mismo que el individuo las posee es por lo que se le llama justo, sabio y templado.

– Mal menor. Un menor mal en comparación de un mal mayor puede ser considerado como un bien. El mal menor es preferible al mal mayor; de manera que lo que se prefiere es siempre el bien; y cuanto más preferible es la cosa, tanto más grande es el bien. Tal es, pues, una de las dos especies que se pueden distinguir en lo justo.

– Los gobiernos tiránicos hacen gran aprecio de los que gustan mucho de los placeres de la diversión, porque los aduladores se muestran complacientes en todas las cosas que los tiranos desean, y los tiranos, a su vez, tienen necesidad de gentes que los adulen.

Fuente: Diario oficial El Peruano.