NUEVOS DESAFÍOS PARA LOS CEO

Tradicionalmente, se ha visto la figura del gerente general como una persona mítica, que lleva un enorme peso: dirigir la empresa, siendo elemento fundamental y por lo tanto como único responsable.

Se lo ha llamado también el hombre de vértice, porque está en la cúspide de la organización y, por lo tanto, aislado, solo con sus decisiones y luchando contra todo. Con mucho poder, pero con la debilidad de depender solo de sí mismo.

Una especie de "James Bond Businessman" que debía obtener rendimientos cada vez mayores.

Evidentemente, las circustancias van cambiando, y esa figura de mito va dejando paso a mujeres y hombres de carne y hueso, que si bien tienen también considerable poder, muchos factores han aparecido que lo limitan sustancialmente, y acotan o condicionan su tarea.

Por un lado, el mismo concepto de la finalidad de la empresa ha cambiado, saliendo del estrecho concepto de maximizar resultados; ahora ya es entendida consensuadamente de otra manera; ya lo señalaba San Juan Pablo II en la Encíclica "Centesimus annus" que la "finalidad de la empresa no es simplemente la producción de beneficios, sino más bien la existencia misma de la empresa como comunidad de hombres, buscan la satisfacción de sus necesidades fundamentales y constituyen un grupo particular al servicio de la sociedad entera" (n.35). De eso se deriva, por ejemplo, algo muy importante: la empresa debe atender a todos sus "stakeholders". Es decir, por ser un factgor de altísimo impacto en la sociedad, debe considerar a todos los actores, desde clientes y proveedores, accionistas, el Estado, hasta la comunidad civil donde se desenvuelve.

Por otra parte, al interior de la organización, cada vez ganaba terreno el trabajo en equipo y modernas situaciones como el "coworking", que implican nuevas y diferentes relaciones: el clásico poder del gerente, cede paso a la necesidad de ganar en autoridad, y a las múltiples relaciones que se derivan; se entiende así que las llamadas "habilidades blandas" sean cada vez más demandadas para los cargos directivos. Si a esto le sumamos la irrupción de los "millennials" en las empresas, se comprende que los gerente deban primero entender estos nuevos retos, y seguidamente, saber administrarlos o movelos en medio de ellos.

A su vez, el denominado entorno VUCA, acrónimo que significa vulnerabilidad, incertidumbre, complejidad y ambigueda, enumera cuatro circustancias que son características demostrativas de lo que ocurre en el actual entorno social, donde la empresa se desenvuelve. Como se comprende, este entorno VUCA debe ser cuidadosamente atentido por la alta dirección. Y para continuar con los acrónimos, hay que integrar las dimensiones ESG o ASG, ambiente, social y gobernanza: son entornos que también exige atención.

Recuerdo lo que me dijo un colega, director conmigo en una empresa: yo no quiero ser gerente general, no hay nada más incómodo, ya que se está como sándwich en medio de dos tremendas fuerzas: el directorio y los demás gerentes. Interesante reflexión, que muestra, una vez más, algo que aprendí hace años: los cargos son cargas.

El ejercicio de un cargo de la naturaleza del gerente general, o CEO, implica unas graves y serias responsabilidades, que no solamente requieren conocimientos, sino un conjunto equilibrado de capacidades, y una personalidad sólida e íntegra, respaldada por la práctica de virtudes. Entre ellas destacan, por supuesto, la honestidad, la veracidad y la lealtad. Efectivamente, no la tienen fácil los CEO.

Publicado en Gestión, 22 de julio del 2019.