DESCONÉCTENSE

Las vacaciones son positivas tanto para los trabajadores como para las empresas.

Con la ropa de baño y las zapatillas de playa recuperados del fondo del armario, este columnista está listo para sus vacaciones anuales. Este descanso brinda a los trabajadores la oportunidad de recargar sus baterías mentales y aclarar sus mentes. Para mí, significa leer libros que no lleven títulos como "Beyond Performance 2.0". Es que hay más en la vida que hojas de cálculo y proyecciones de ventas.

Citando incorrectamente a Timothy Leary, el gurú hippie de los años 60, las vacaciones son tiempo de "desconectarse y alejarse".

También permiten a los trabajadores escaparse de la tiranía de a tempranera alarma del reloj y les evita sufrir la agonía del traslado diario: los apretados vagones del metro o los embolletamientos en las avenidas.

Lo mejor de todo es que no hay que aguantar reuniones de trabajado- no hay necesidad de sentarse con cara de estar algo interesado, mientras el tiempo avanza lenta y dolorosamente-. En resumen, las vacaciones reducen el estrés.

Y en el largo plazo, el estrés reduce la probabilidad de un buen desempeño laboral. Esto significa desaparecer durante por lo menos una semana.

Los fines de semana largos, que son preferidos por muchos estadounidenses, tienen el riesgo de intensificar el estrés laboral, pues una alta proporción del descanso es utilizada para viajar hacia y desde el destino deseado. Ni bien uno llega y ya tiene que comenzar a pensar en empacar para el viaje de retorno.

El mes esperado

Aunque genera congestión vehicular y aeropuerto atiborrados, hay argumentos a favor de la tradición europea de darles vacaciones a todos en agosto. La previsibilidad de la temporada posibilita que las empresas planifiquen en consonancia. Hasta aquellos que tienen que permanecer trabajando pueden disfrutar tranquilidad, pues la mayoría de sus clientes y proveedores está descansando así que no hay mucho que hacer.

Para quienes están de vacaciones, el ocasional pensamiento relacionado con el trabajo puede ocurrir mientras caminan por la playa, o el bosque. A menudo, tales ideas serán mucho más originales porque vienen a la mente en momentos de relajo. Volver a la oficina para encontrarse 3,000 e-mails pendientes de ser leídos no es una perspectiva atractiva, así que cinco minutos en eliminar los detritos mientras el resto de la familia está duchándose parece razonable.

Algunos prefieren dejar un mensaje de "estoy fuera de la oficina", pero eso puede generar respuestas automáticas que obstruyan la bandeja de entrada. Lo único que los trabajadores no necesitan es tener contacto con sus gerentes. Responder una llamada relacionada con el trabajo debería estar prohibido.

Solo ocasionalmente, una verdadera crisis podría requerir que la empresa esté en contacto. El 2007, mientras practicaba paddle en el atlántico, tenía al lado a un analista de una agencia calificadora que recibía frenéticos mensajes en su Blackberry sobre el colapso del sistema crediticio.

Pero la mayor parte del tiempo, los ejecutivos tienen que confiar en el personal que permanece en la oficina.

De hecho, así como los empleados necesitan descansar del trabajo, a veces, las empresas necesitan descansar de sus empleados. El 2008, tras el escándalo que afrontó el banco francés Société Générale por negociaciones fradualentas de uno de sus traders, la agencia reguladora de Reino Unido recomendó qie todos los traders tengan un descanso de dos semanas al año. El propósito era asegurar que cualquier patrón inusual de negociación fuese descubierto mientras el rufián estuviese lejos de su puesto.

La alta gerencia también puede beneficiarse al ver qué ocurre cuando sus ejecutivos están en la playa. ¿Mejora el ambiente en la oficina cuando el gerente de mando medio desaparece? De serlo así, esto indica que él o ella no está manejando bien el departamento. ¿Algún subalterno destaca cuando reemplaza a su jefe? En ese caso, puede que esté pendiente un ascenso.

Algunos estadounidense son reacios a tomar vacaciones extensas porque temen que sus empleadores descubran que pueden arreglárselas sin ellos, pero nada de ese sinsentido existe en The Economist. Ambiciosos y jóvenes redactores estarán ansioso por llenar, con profundos discernimientos sobre el mundo de los negocios, el espacio dejado por esta columna. El editor de Negocios ya no tendrá que eliminar agunas cuestionables juegos de palabras escritos por este columnista -es de agredecer, editor-.

El trabajo puede ser irritante pero, como diría cualquier desempleado, es mejor que su alternativa. Da sentido al día a día de las personas y, en ocasiones, puede ser divertido. Pero eso no pasa siempre. Algunos días, es mejor leer un libro; junto a una piscina, a la luz del sol. A disfrutar.

Publicado en Gestión, 13 de agosto del 2019.