LA DIFICULTAD DE REFORMAR EL PERÚ

La reciente elección reivindica, pero no fortalece a Martín Vizcarra

Fue la cosa más popular que ha hecho cualquier presidente peruano en mucho tiempo. Frente a un Congreso reiteradamente obstruccionista y que era visto como defensor de los intereses corruptos, Martín Vizcarra decretó su disolución en setiembre pasado. Esto era cuestionable desde la constitucionalidad y sentó un precedente preocupante. Pero en términos políticos, el resultado de la elección celebrada el 26 de enero para reemplazar al congreso disuelto reivindicó a Martín Vizcarra. También resaltó las debilidades del sistema político peruano y no ha facilitado su proyecto de reforma constitucional.

Vizcarra, quien fue elegido vicepresidente en el 2016, asumió el mando del país hace casi dos años cuando Pedro Pablo Kuczynski renunció por conflicto de intereses. Vizcarra heredó una batalla con el congreso, dominado por la oposición dirigida por Keiko Fujimori, la hija de un ex presidente. Cuando una serie de llamadas telefónicas filtradas revelaron una aparente colusión entre algunos jueces y legisladores de la oposición, Vizcarra solicitó con éxito el apoyo popular en un referéndum sobre reformas del Poder Judicial y  la política.

Eso le dio la iniciativa, pero solo por un tiempo. Para destrabar el estancamiento, Vizcarra propuso convocar elecciones generales anticipadas. Ignorando esto, los fujimoristas se adelantaron con una votación apresurada para nombrar nuevos jueces para el Tribunal Constitucional. El presidente afirmó que esto equivalía a una (segunda) negación de confianza hacia su Gobierno.

Según la constitución semiparlamentaria del Perú, eso es motivo para la disolución del Congreso. En enero, el tribunal confirmó por cuatro votos contra tres la constitucionalidad de la medida del presidente.
Los electores infringieron una aplastante derrota a los fujimoristas, cuyos votos parlamentarios cayeron a 7% desde 36% en el 2016. Dos partidos aliados más pequeños no pudieron ingresar al nuevo Congreso. Hasta ahí llegan las buenas noticias para Vizcarra. La elección marcó una exacerbación de la fragmentación política del Perú. Nuevos partidos obtuvieron el mínimo de 5% del voto requerido para ganar escaños en la legislatura, Pero ninguno obtuvo más del 10%.

En el papel, los partidos centristas serán el mayor contingente, aunque la derecha también es fuerte. Dos nuevos participantes ofrecen cierto motivo de inquietud. El Frepap, un partido vinculado a un culto milenario del Antiguo Testamento, ganó al menos 15 de los 130 escaños; mientras que 17 fueron tomados por el partido de Antauro Humala, un ex oficial del Ejercito protofascista (y hermano de un ex presidente) que cumple condena de prisión de 19 años por un ataque a una comisaría en el 2005 en el que murieron 6 personas.

Su éxito es, de diferentes maneras, una protesta contra el establishment político de Lima. En los últimos meses se han visto protestas callejeras, a veces violentas, en países vecinos. En el Perú, la disolución del Congreso y el encarcelamiento de varios ex presidentes por acusaciones de corrupción (ninguna de las cuales ha sido probada aún) ha validado parte de la ira popular. El 28 de enero, un juez ordenó por segunda vez prisión preventiva para keiko Fujimori debido a acusaciones de irregularidades en la financiación de su campaña en el 2011.

Quizá también, la naturaleza flexible de la cultura política del Perú proporciona resistencia. Pero podría dificultar la reforma. Después de los recientes enfrentamientos, tanto la opinión pública como muchos políticos están a favor de la cooperación. Pero Vizcarra tiene poco más de un año para completar la tarea de reforma institucional que se propuso antes de las elecciones generales  de abril del 2021.

El Gobierno ya ha establecido un nuevo organismo, seleccionado por mérito, para supervisar los nombramientos judiciales. Varias medidas aprobadas por el Congreso saliente tienen como objetivo  limpiar y fortalecer los partidos políticos. Algunos son útiles e incluyen endurecer las reglas sobre financiamiento de campañas, medidas para reducir el costo de la política y, a partir del 2021, el cierre de partidos que no pasen la valla electoral de 5%. Las medidas pendientes son una definición más estricta de la inmunidad parlamentaria y, tal vez, la incorporación de un Senado a la pequeña legislatura unicameral del Perú. La reciente elección ofrece pocos indicios con miras a la contienda presidencial del 2021. "Todos son débiles y cualquier cosa pueda pasar",dice el politólogo Alberto Vergara. Al defender la lucha contra la corrupción, Vizcarra ha logrado la rara hazaña de un presidente peruano: Seguir siendo popular. Ahora podría necesitar más que eso.

El gobierno está tratando de mejorar la atención médica y las vías rurales, pero es acosado por presiones sindicales para aumentar los salarios del sector público y por la oposición del sector empresarial a impuesto más altos (que aumenten los ingresos de solo 14% del PBI)
Podría surgir un nuevo sistema político. Pero para que el Perú continúe disfrutando del crecimiento económico y evite una explosión social al estilo chileno también necesita un estado más fuerte y más afectivo.

 

Publicado en Gestión, 31 de enero del 2020.