LA CRISIS DEL COVID-2019 Y SU IMPACTO EN LAS GENERACIONES "Z" E "Y"

En la sociedad son los jóvenes los que determinan las tendencias de consumo y el proceso de decisiones políticas en una democracía.

Desde que en marzo último la OMS declaró que el covid-19 adquiría el carácter de pandemia, las perspectivas para la economía global no han hecho más que deteriorarse. En marzo, se esperaba que durante el 2020 la economía global creciera 2.5%, hoy, después de tres meses de pandemia, más de 7.3 millones de infectados y 412 mil fallecimientos a nivel global (5.7% de los contagios), se espera que durante este año la actividad económica global se contraiga 5.2% según el Banco Mundial.

La economía global ha recibido ya choques equivalentes en magnitud a los producidos por la segunda guerra mundial o la gran depresión de 1929. De hecho, un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que, producto del covid-19, durante el primer trimestre del año el número de horas trabajadas a nivel global se redujo alrededor de 4.5% con respecto al trimestre anterior, lo cual equivaldría a la pérdida de 130 millones de empleos.

El desempleo en los Estados Unidos registró en abril 14.7% y aunque se redujo en mayo (13.3%) el Departamento de Trabajo mencionó que un error de clasificación ha causado que esta tasa fuera menor de lo que debería ser durante los últimos tres meses. Mientras que, en Europa alcanzó 7.4% y en Japón, 2.5%. En nuestra región, organismos internacionales como la OIT y la Cepal esperan que la tasa de desempleo se incremente de 8.1% en 2019 a 11.5% durante el 2020 y según el último reporte del INEI, en Lima Metropolitana la tasa de desempleo subió a 9.0% en el trimestre de febrero a abril.

Esta es la segunda vez en los últimos doce años en los que la economía global pasa de la euforia del crecimiento al pánico y la depresión de manera acelerada. En 2008, en 8 meses. En 2020, en 4 semanas. Si bien ambas crisis tuvieron orígenes muy diferentes, para la población los efectos de las mismas tienen y tuvieron una apariencia muy similar: pérdida de empleo, desvalorización de activos y, posiblemente, la necesidad de reducir el consumo de incurrir en deudas.

Ambas crisis, interrumpieron la dinámica de acumulación de riqueza de la población de manera más o menos permanente. El stock de riquezas de las familias de EE.UU. cayó desde su punto más alto en 2007 Q3 (US$67.15 billones) hasta su punto más bajo en 2009 Q1 (US$56.93 billones) y no se recuperó su valor pre crisis hasta cinco años después (cuando en 2012 Q3 alcanzó US$68.71 billones).

En 2008 la contracción en los EE.UU. duró solamente 6 trimestres gracias a que los US$1.35 billones que inyectó la Reserva Federal a través de compras de activos le devolvieron la liquidez al sistema bancario. Aunque la economía peruana permaneció más o menos protegida debido a la inercia ejercida por varios proyectos de inversión y a que nuestro principal socio comercial, China, siguió creciendo a una tasa anual de 9.7% en 2008 y 9.4% en 2009; la tasa de crecimiento del PBI cayó de 9.14% en 2018 a 1.05% en 2009.

En 2008, la generación Y - los nacidos los 20 años previos al cambio de milenio o millennials - experimentó una crisis de desempleo sin precedentes en la historia. Así, en el caso de la economía estadounidense, la tasa de desempleo para las edades de 16 a 24 años aumentó en casi 8 puntos porcentuales entre el otoño de 2007 y el otoño de 2009, alcanzando un máximo del 19%; mientras que, para otros grupos de edad, la tasa de desempleo aumentó ligeramente por encima del 5%.

En la crisis del covid-2019, el impacto real es varias veces más grande que el que detonó la crisis del 2008 y debería extenderse por el mundo mientras la enfermedad se siga extendiendo. Además, también será determinante para la generación posterior a los millennials, los Z. Si bien existen diferencias relatvias en el impacto de covid-2019 sobre las diferentes naciones en función a su velocidad y efectividad de respuuesta, todas las economías del mundo siguen operando a una fracción de su potencial. Si tomamos como ejemplo crisis similares anteriores, el mundo debería seguir operando por debajo de su potencial por un periodo prolongado de tiempo. Como ejemplo, durante la Gran Depresión, la tasa de desempleo en los EE.UU. alcanzó un máximo de 25% y se demporó 8 años en regresar a sus niveles previos a la crisis.

Para los más jóvenes y para los que tienen menos riquezas, este proceso de ajuste puede ser determinante. Por ejemplo, antes de la crisis del 2008, los millennials enfrentaban la posibilidad de convertirse en la primera generación desde la revolución industrial que no consiguiera superar a la de sus padres en ingresos ni riqueza. Después de 2008 era, más o menos seguro que los millennials estaban destinados a ganar 20% menos que sus padres a lo largo de sus vidas. Después del Covid-19 esta situación debería empeorar sustancialmente para ellos y la generación Z.

Los sectores emergentes de la población van a soportar un impacto doble a lo largo de los próximos años no solamente deberían ver sus posibilidades de generar ingresos disminuidas, es que con cada crisis que se produce, la carga de deuda que deben soportar se hace más grande. Como ejemplo, se estima que a raíz de la crisis de 2008 la carga de deuda percápita en el mundo se incrementó de US$25,000 a US$32,000. Si bien la magnitud de este efecto no se conoce aún para la crisis de 2020, la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO, po sus siglas en Inglés) estima que, como resultado de las medidas desplegadas, la deuda pública de los EE.UU. aumentará de 79% a 108% del PBI en 2021. Esto implica, un aumento de 35% en la carga de deuda percápita.

En el Perú la reducción en los niveles de actividad, producto de la crisis por la pandemia, debe precipitar el retroceso de 8% de la población hacia el estado de pobreza. Con eso los logros obtenidos a lo largo de los últimos 9 años en la lucha contra este problema endémico se habrían revertido. Todo esto a pesar de que los esfuerzos realizados por el fisco para reducir el impacto de esta pandemia deberían elevar la proporción que representa la deuda pública en la relación al ingreso nacional de 26.8% registrado en 2019 alrededor de 40% en 2021. Con esto habríamos retrocedido 15 años a los niveles de endeudamiento que registrábamos en 2005.

Los jóvenes y los que ascienden en el proceso de acumulación de riqueza cumplen un rol fundamental en la economía; son los que ahorran y los que impulsan el crecimiento, el aumento de la productividad y de la innovación. En la sociedad, son los que determinan las tendencias de consumo y el proceso de decisiones políticas en una democracia. Después del Covid-2019, estas generaciones enfrentan un futuro muy retador.

 

 

Publicado en Gestión, 17de junio de 2020.