¿ES PELIGROSO TENER DEMASIADOS GRADUADOS?


Hace diez años, Peter Turchin, científico de la Universidad de Connecticut, hizo una alarmante predicción en la revista Nature. "Es probable que la próxima década sea un periodo de creciente inestabilidad en Estados Unidos y Europa occidental", en parte debido a la "sobreproducción de jóvenes graduados de educación superior".

La escalada del populismo en Europa, la inesperada votación el 2016 por el Brexit y por Donald Trump en Estados Unidos, y las olas de protestas, han hecho de Turchin una celebridad en ciertos círculos y han despertado el interés de economistas en la "cliodinámica", disciplina que usa las matemáticas para modelar el cambio histórico. Su énfasis en la "sobreproducción de élites" plantea preguntas incómodas, pero también ofrece lecciones de política gubernamental.

Turchin se remonta a la antigua Roma y la China imperial para mostrar que las sociedades han virado de periodos de estabilidad e inestabilidad política, con frecuencia e intervalos de unos 50 años. Por ejemplo, pocos saben que hacia 1990, el Congreso estadounidense estaba tan polarizado como el actual y que se volvió más cooperativo a mediados del siglo XX.

¿Qué causa estos bamboleos entre la calma y el caos? En un estudio publicado este año junto con Andrey Korotayev, de la Escuela Superior de Economía de Rusia, Turchin examina su predicción.

Al igual que Marx, parece creer que "la historia de todas las sociedades es una historia de luchas de clases". Mientras Marx se enfocó en el proletario, Turchin está más interesado en la élite y en cómo sus miembros pugnan entre ellos. Quiénes la conforman y cómo se manifiesta la competencia dentro de ella, varía de lugar en lugar.

La lucha es más probable cuando la inequidad económica es alta, pues los beneficios de estar arriba son muy lucrativos, en términos de poder e influencia política, y quienes no llegan lo sienten más intensamente. El resentimiento es particularmente fuerte entre quienes fueron educados creyendo que tenían que estar en la élite. Peor aún, las sociedades tienden a producir más élites potenciales, en parte debido a la mejora en el acceso a la educación.

Turchin ve en esto una receta para el caos político. La gente articulada e instruida se rebela, generando una lucha por el poder político y económico; las élites dejan de cooperar, emergen contra élites y el orden se quiebra.

Aunque el argumento no toma en cuenta matices históricos, el enfoque en élites insatisfechas no es malo para entender la inestabilidad política. El historiador Hugh Trevor- Roper observó que "las crisis sociales no son causadas por intereses mutuamente excluyentes sino por tensiones entre intereses opuestos dentro de un mismo grupo".

La Revolución Francesa no fue primordialmente el producto de la miseria, sino de una batalla entre una clase educada desempleada y terratenientes. Turchin señala que si bien la esclavitud fue la principal causa de la Guerra Civil estadounidense, una más fundamental fue el resentimiento de capitalistas norteños progresistas hacia los anquilosados sureños.

La sobreproducción de élites también puede ayudar a explicar el mal que atenaza al mundo avanzado. Se ha vuelto muy difícil para los jóvenes alcanzar ese estatus, incluso si van a la mejor universidad y se esfuerzan al máximo. Los precios de las viviendas están tan altos que solo los herederos tienen la chance de emular las condiciones de vida de sus progenitores. Turchin estima que cada año Estados Unidos produce unos 25,000 abogados en "exceso". Más del 30% de graduados británicos está demasiado instruido para su trabajo.

En cierta forma, esto explica una tendencia que parece desconcertante: por qué gente acomodada opta por el radicalismo. En las primarias del Partido Demócrata, la ventaja de Joe Biden sobre Bernie Sanders era mucho menor entre quienes tenían educación universitaria que entre los que no habían terminado la secundaria.

La teoría de Turchin predicen que, a la larga, los temblores políticos amainan: "Tarde o temprano, la gente comienza a anhelar el retorno a la estabilidad y el fin de las pugnas". La data ya muestra que el respaldo al populismo de derecha e izquierda en Europa está menguando, y según las encuestas, Trump sería derrotado.

Otra opción para quienes buscan evitar la inestabilidad es reducir el número de las élites. El primer ministro británico. Boris Johnson, ha presionado por una mejor educación vocacional. No obstante, las élites progresistas pueden prevenir la inestabilidad política de formas más eficaces. A inicios del siglo XX, los reformadores estadounidense elevaron los impuestos sucesorios para evitar una aristocracia hereditaria y aplicaron reglas antimonopólicas.

Asimismo, los sistemas de planificación urbana podrían bajar los costos de vivienda y la desregulación laboral ayudaría a crear nuevos empleos para las élites "excedentes". El análisis de Turchin es una explicación interesante de la agitación política, pero la cliodinámica no tiene por qué marcar el destino.

 

 

Publicado en Gestión, 29 de octubre de 2020.