¿LA ECONOMÍA PERUANA PUEDE REBOTAR 15% EN EL 2021?

 

Al ingresar a la última parte de este horrible año 2020, nuestros grandes objetivos económicos nacionales creo que se pueden sintetizar en dos:

1) Aspirar a un rebote de la economía cercano al 15% en el 2021 que logre borrar toda la caída del 2020 (en torno del -12.5%). Aprenderá a convivir inteligentemente con el virus, elevados precios de metales, políticas económicas ampliamente expansivas (luego de Reactiva, el Banco Central incluso ha anunciado audaces medidas para estimular la demanda por viviendas), menor incertidumbre política, reavivar los espíritus animales para la inversión privada y un poco de suerte (inmunidad de rebaño o una vacuna en la primera parte del año) podrían permitir materializar este escenario optimista. Aunque no es el escenario base, un rebote de 15% debiera ser una meta ambiciosa para cohesionar esfuerzos.

2) No erosionar más nuestras perspectivas y fortalezas de mediano plazo. Para ello requerimos luchar contra el creciente populismo y construir una visión estimulante de mediano plazo que ataque nuestros problemas estructurales. Mientras más erosionemos el mediano plazo, más atentaremos contra el corto plazo también. Es importante encontrar un juicioso balance.

Aspirar a rebotar 15% en el 2021 requiere echar a andar proyectos paralizados, promover un mejor entorno para la inversión privada con reglas claras, así como menos medidas simplonas y populistas (el camino al infierno está empedrado de buenas intenciones y populismo). Asimismo, es indispensable un mayor impulso fiscal:

La inversión pública debe crecer a tasas de dos dígitos todos los trimestres entre 4T20 y 4T21, luego de caer 22% en el 3T20.

Arranca Perú 1 y 2 aún no toman velocidad. Si bien se anunciaron los programas por recursos conjuntos de S/. 9 mil millones, estos tienen una ejecución inferior al 15%. Con los colegios cerrados esta es una buena oportunidad para acelerar obras de mantenimiento y asegurar la provisión de servicios higiénicos de calidad en muchas escuelas públicas que aún carecen de ese servicio básico.

Llama la atención que aún no haya en marcha un programa muy grande de compras a pequeñas empresas (mascarillas, protectores faciales, materiales de limpieza y mobiliario para hospitales, colegios, transporte público, etcétera).

Además del subsidio a la planilla, en materia laboral se podría ampliar el régimen agroexportador a actividades sumamente golpeadas, como turismo y recreación.

El mayor impulso fiscal de corto debe venir acompañado de una serie de medidas para esforzar el compromiso con un manejo prudente y responsable de las finanzas públicas que nos ha caracterizado en las últimas décadas. Algunas propuestas:

Compromiso explícito para reducir la deuda pública, de manera gradual y luego de un plazo razonable, por debajo del límite legal precovid (30% del PBI). Según el último Marco Macroeconómico Multianual, recién en el 2040 la deuda pública se ubicaba por debajo del 30% del PBI; este período de convergencia es muy largo. De acá al 2040 la economía peruana podría enfrentar otros severos choques adversos (terremoto, El Niño, etcétera); por lo tanto, es importante reconstruir adecuadas defensas en un periodo no tan extenso.

El Consejo Fiscal podría proyectar de manera independiente los ingresos fiscales a utilizar en la formulación del presupuesto público 2022. Asimismo, podría dar su opinión ante cada iniciativa o reforma con notorios costos fiscales.

No consumir todos los ahorros líquidos en 2020-2021. Por ejemplo, además de los recursos del Fondo de Estabilización Fiscal y del Tesoro, se podría usar los fondos de recursos directamente recaudados de diferentes entidades, así como de Fonafe y empresas del Estado para financiar el abultado déficit fiscal de estos años.

Para una mayor transparencia, contabilizar la eventual materialización de contingentes por encima de la línea (como parte del déficit fiscal), no por debajo de la línea (financiamiento neto).

Un grupo de expertos internacionales y locales podría elaborar una propuesta de reglas fiscales, eliminación de exoneraciones y mayor eficiencia del gasto público (por ejemplo, ¿por qué no fusionar distintos ministerios?).

Así como priorizar el rebote económico de corto plazo es muy urgente, también requerimos construir pronto una agenda de mediano plazo que transmita entusiasmo y evite una década perdida de crecimiento mediocre.

Es tarea de todos proponer y debatir medidas específicas para aumentar nuestro crecimiento de mediano plazo, movilizar inversiones paralizadas por más de 10 puntos del PBI y atacar nuestros serios problemas estructurales (educación, salud, descentralización, rule of law, informalidad, protección social, institucionalidad para la inversión pública y APP, recursos naturales como palanca de desarrollo sostenible, etcétera).

Un próximo Gobierno que no tenga ideas claras acerca cómo abordar los problemas estructurales del país nos condenará a una década de crecimiento mediocre de 3% o incluso menos (no olvidemos que en el 2019 sin covid crecimos apenas 2.2%). Tasas tan bajas de crecimiento de mediano plazo no permitirán enfrentar los enormes retos sociales que nos deja el covid: mercado laboral severamente deteriorado, reducción de la clase media, mayor informalidad, mayor pobreza, mayor inequidad.

 

 

Publicado en Gestión, 02 de noviembre de 2020.