EXPECTATIVAS, ELECCIONES Y MERCADO LABORAL

 

Lo que es fácil de intuir a veces pasa sin quererlo a segundo plano, como es el caso del efecto electoral en la demanda por ejecutivos que es cosa conocida para nuestra práctica acá y en todas partes del mundo. Y es que las expectativas empresariales, tan ligadas a cualquier proceso electoral son para mí, sin duda alguna, el factor de más alta correlación con la demanda y búsqueda de ejecutivos.

Analizar experiencias pasadas es casi siempre la mejor manera de predecir el futuro, así que, haciendo un poco de memoria, me referiré a los dos periodos electorales más recientes y su impacto en esas expectativas y en el mercado laboral ejecutivo. Las elecciones del 2011, cuando derrotó Ollanta Humala a Keiko Fujimori y las del 2016, ganando estrechamente Pedro Pablo Kuczynski a Keiko Fujimori.

Con base en lo que vivimos entonces quienes ya ejercíamos la práctica del "Executive Search", podemos predecir en buena parte los probables escenarios de las semanas y meses siguientes referidos a la primera y segunda vuelta, y al periodo postelectoral 2021 así que para allá vamos.

El momento preelectoral en el año 2010 se vivía en un país con varios años de libertad y estabilidad económica, alto crecimiento, inversión extranjera positiva y la consecuente creación de nuevos puestos de trabajos importantes en calidad y cantidad sumados a una significativa disminución de la pobreza extrema. A la sazón, comenzaba a asomar en los medios y encuestas Ollanta Huamala, quien había tallado en las retinas empresariales las imágenes de sus visitas a Hugo Chávez, su populismo agitador antiminero en Cajamarca (oro o agua) y era a todos luces pieza clave en los planes hegemónicos del fallecido dictador venezolano.

Las preferencias electorales de entonces tenían dos claros candidatos para pasar a segunda vuelta, Ollanta Humala y Keiko Fujimori. El 10 de abril del 2011 Humala pasó con el primer lugar a la segunda vuelta y recuerdo con total claridad la consecuencia inmediata en nuestra práctica: la cancelación masiva de procesos de búsqueda de ejecutivos ya en marcha o su puesta en suspenso hasta la segunda vuelta. El efecto de las expectativas empresariales pegó duro y súbito, empeorando con el resultado de segunda vuelta. Ganador Humala, pasaron meses antes que el mercado recuperara parcialmente su dinámica y las empresas volvieran a activar los procesos detenidos o a iniciar nuevos.

El mercado laboral ejecutivo languidecía, pero conforme se fue desvaneciendo la imagen antisistema del presidente y siendo más creíble que el modelo económico persistiría, comenzó a normalizarse pese a no volver a los niveles previos al 2010, con una paulatina recuperación de expectativas empresariales, un crecimiento modesto, pero crecimiento al fin y en menor medida gracias a las inversiones extranjeras aún presentes.

En el 2016 sucedió un fenómeno análogo, con un desenlace muy diferente. Se dio una relativamente pálida aparición de la candidata Verónika Mendoza a inicios del proceso electoral, pero que en abril ya se acercaba muy estrechamente PPK lo que volvió a congelar la búsqueda de ejecutivos de inmediato casi al borde de la primera vuelta. La sola posibilidad del antisistema pasando a la segunda vuelta, nos pegó igual de duro que en la elección anterior.

Pasando sin embargo los dos candidatos promercado a la ronda final, la demanda por ejecutivos se reactivó más que violentamente y dio un salto pocas veces visto. Los procesos comenzaron a aparecer a un ritmo anormalmente alto y era no solo la expresión de la mejora de las expectativas empresariales sino en parte, el alivio y desembalse de una contenida demanda por la caída en el ritmo de crecimiento del PBI 2010-2016 pero, sobre todo, por la nueva amenaza del antisistema para llegar a la segunda vuelta y por qué no, camino a gobernar.

Así las cosas , la demanda por ejecutivos se mantuvo activa y en nivel elevado desde el final de la primera vuelta hasta varios meses después de la elección de PPK, aunque ésta luego se comenzaría a ver afectada otra vez por las alicaídas expectativas empresariales consecuencia de eventos diversos prepandemia, como la lenta agonía del régimen de PPK y el golpe fáctico dado por Vizcarra al congreso.

Hoy las expectativas empresariales y demanda por ejecutivos están muy afectadas por una pandemia que, con su impredecible y fortísima influencia en la normalidad empresarial, ha hecho pasar casi desapercibida hasta la vacancia del expresidente Vizcarra, como causa (im) probable de la baja demanda laboral y ejecutiva.

¿Qué esperar entonces en esta elección que, a diferencia de las anteriores, agrega un poderoso enemigo de las expectativas empresariales, ajeno a la política, como el COVID-19?

Pues hasta escenarios de peor pronóstico, ya que podría quizás repetirse una elección entre el sistema y el antisistema, o peor aún, entre un antisistema y otro antisistema. Lamentablemente sabemos con solo mirar atrás, que ninguno de estos escenarios augura el entusiasmo empresarial necesario para mitigar siquiera el terrible efecto de la pandemia, que mantiene frenado al mercado laboral en general desde marzo del 2019.

Vienen, pues, semanas complicadas con una pandemia persistente, sin vacunas en el corto plazo,y una elección de muy difícil pronóstico. Dos fuerzas negativas son las que hoy afectan simultáneamente a las expectativas empresariales y no solo una a diferencia de las elecciones anteriores. La pandemia y la subsistencia o no del modelo económico. Lo que sabemos bien por lo que la historia enseña y lo que podemos predecir entonces con certeza, es que la decisión que el pueblo tome definirá sin duda y entre otras sumadas a la pandemia, el futuro del mercado laboral camino al bicentenario y bastante más allá.

 

 

 

Publicado en Gestión, 07 de abril del 2021.