EL LEGADO DEL MEF EN SU BICENTENARIO

En este siglo, el Perú ha sido un ejemplo de estabilidad macroeconómica en la región: tuvimos el crecimiento del PBI per cápita más alto y la inflación más baja. No subestimemos este legado. Si hay estabilidad, puede haber desarrollo económico; si no hay estabilidad, olvidémonos del tema.

El MEF, a través de una política fiscal respaldada en las mejores prácticas internacionales y el paraguas del capítulo económico de la Constitución, ha sido uno de los principales artífices de este legado.

Para que la deuda pública no explote a la larga, el gasto público debe crecer al ritmo de la recaudación. Cuando en un año hay la amenaza de recesión severa, es útil ser keynesiano: que el gasto crezca bastante por encima de la recaudación. En los siguientes años hay que abandonar el keynesianismo, la recaudación debe crecer por encima del gasto.

En las amenazas de grandes recesiones en las últimas dos décadas, en la crisis externa del 2009 y la cuarentena del 2020, el MEF ha sido, como corresponde, keynesiano. El impulso fiscal, la medida numérica del keynesianismo, ha sido positivo y alto en esos años. De acuerdo con las buenas prácticas de política fiscal, el impulso fiscal ya fue negativo en el 2010, y debe serlo también en este año y los siguientes.

No tiene sentido tener una deuda pública alta. Cuanto más alta la deuda pública, más altos son los servicios (intereses más amortizaciones), reduciendo el espacio para el gasto público no financiero (remuneraciones, hospitales, carreteras). Además, cuanto más alta la deuda, más difícil es prestarse más altas las tasas de interés que hay que pagar o nadie quiere prestarte. Miren a Argentina, Bolivia y Venezuela.

En 1990, cuando nuestra deuda pública alcanzó el 89 % del PBI, el pago de intereses fue 9% del PBI y el gasto no financiero apenas 14% del PBI. En 2019, con una deuda de 27% del PBI, el pago de intereses fue 1,4 % y el gasto no financiero 20% del PBI. Es decir, una deuda menor permitió subir el gasto no financiero en 6 puntos del PBI.

Nuestra situación financiera actual es tan buena como la de las familias que van de ‘shopping’ y son acosadas con ofertas de tarjetas de crédito. Esas familias, al minuto, pueden obtener el préstamo y gastarlo. Si se endeudan demasiado en el futuro, parte importante de sus ingresos será para pagar los servicios de la deuda y tendrán que privarse de otros gastos.

Gastar más, con más endeudamiento, no es un reto para un ministro de Economía: es demasiado fácil. Gastar más y bien, consiguiendo más recaudación, ese sí es un gran reto.

El capítulo económico de la Constitución

No encuentro ninguna explicación fundamentada de para qué cambiar el capítulo económico de la Constitución de 1993. Veamos los artículos que más se cuestionan.

Art. 60 “(…) Solo autorizado por ley expresa, el Estado puede realizar subsidiariamente actividad empresarial, directa o indirecta, por razón de alto interés público o de manifiesta conveniencia nacional”.

Este artículo impide, por ejemplo, que el Estado tenga empresas de transporte o cines. ¿No les parece bien que así sea?

Art. 62 “(…) Los términos contractuales no pueden ser modificados por leyes u otras disposiciones de cualquier clase”.

Este artículo es vital para promover la inversión privada. Piensen en un empresario que construye departamentos y firma contratos con sus inquilinos para alquilarlos a US$ 1.000 mensuales por un año. El Art. 62 nos dice que ni con ley se pueden alterar esos contratos. Si se pudiera, el Congreso, a través de una ley, podría alterar el contrato y obligar al empresario a que alquile a US$ 100 mensuales. Y el empresario nunca más construiría departamentos.

Art. 79 “Los representantes ante el Congreso no tienen iniciativa para crear ni aumentar gastos públicos (…)” .

No se necesita explicar la bondad de este artículo. Si no existiese, tendríamos crisis fiscales todos los años.

Art. 84 “(…) El Banco está prohibido de conceder financiamiento al erario (…)”.

Antes de la Constitución de 1993, cuando el MEF necesitaba gastar más y no tenía plata, con una llamada telefónica podía conseguir que el BCR le preste dinero, fabricándolo. Así se generó la hiperinflación de fines de los ochenta.

En resumen, ser keynesiano de vez en cuando, mantener una deuda pública baja y el capítulo económico de la Constitución, le han permitido al MEF contribuir con la estabilidad macroeconómica. Ese es el legado en su bicentenario.

Los enormes desafíos que el país tiene hacia adelante pueden y deben alcanzarse preservando lo conseguido en las últimas décadas. De otra manera, Dios y la patria juzgarán a los responsables.

 

 

 

Publicado en El Comercio, 25 de julio del 2021.