SUEÑO CON UN PERÚ...


Sueño con un Perú donde todos sus habitantes y donde se genere un nivel mínimo de vida de forma tal de eliminar la pobreza para el cien por ciento de la población, respetando la propiedad tanto económica como política. Un país donde sus ciudadanos tengan la posibilidad de lograr sus objetivos de vida.

Construir ese Perú requiere políticas de corto y largo plazo. En el corto plazo, la única alternativa son los programas sociales, porque ningún ser humano merece ser pobre; dicho de otra forma; ninguna sociedad debería aceptar la existencia de la pobreza, se defina como se defina, como condición natural, como pobreza monetaria o multidimensional. En el largo plazo, se requiere una estrategia que, partiendo de la libertad del ser humano en su más amplia concepción, genere políticas de educación y salud que permitan el desarrollo de nuestro capital humano y, consiguientemente, del incremento de la productividad, única forma de asegurar un crecimiento sostenible de nuestra producción y de poder salir de lo que se conoce como la trampa de los países de ingreso medio, donde el Perú se encuentra hoy.

Esta estrategia implica dos cosas: mantener los equilibrios macroeconómicos alcanzados con mucho esfuerzo y sacrificio en las últimas tres décadas, y obtener equilibrios sociales mediante la intervención del Estado, sin distorsionar los mecanismos de libre mercado ahí donde exista. El equilibrio social se conquista igualando las condiciones de desarrollo de todos los peruanos, especialmente de niños y adolescentes, de forma tal que el llegar a las posiciones de mayor responsabilidad en el país sea consecuencia de la existencia de líneas de carrera claramente definidas, respetando las normas básicas de una estructura meritocrática. Y ahí donde el mercado no funcione, donde el mercado presente fallas significativas, el Estado debería estar preparado, a través de sus instituciones, para eliminar prácticas que solamente favorezcan a grupos que por su posición política, social o económica puedan obtener ventajas especiales.

Un Estado eficiente y eficaz debería ser el principal agente que contribuya a distribuir mejor el ingreso y a mejorar las condiciones de vida de toda la población sin ningún tipo de exclusión. Por otro lado, se debe incrementar la recaudación fiscal y establecer políticas educativas que aseguren un nivel competitivo tanto de nuestros egresados de secundaria como de educación superior. El inglés, solo por dar un ejemplo, debería ser un curso obligatorio, debido a que, nos guste o no, las mejores revistas científicas del mundo se escriben en ese idioma. Y no deberíamos olvidarnos de preservar el quechua como uno de nuestros principales activos culturales.

Es fundamental reiterar que no es el modelo de economía social de mercado lo que ha fallado, sino el Estado peruano. Un Estado fallido que no ha logrado que los beneficios del crecimiento de los últimos treinta años lleguen a todos los peruanos. Un Estado disfuncional, sobredimensionado, mal asignador de recursos y alejado de muchos sectores de nuestra sociedad. Un Estado del cual se han servido muchos políticos, pero también muchos empresarios, corruptos y mercantilistas.

Permitamos que el mercado funcione y sigamos reformando el Estado peruano para que las mejores mentes del Perú sientan que realmente no existe mayor orgullo, más sensación de trascendencia en el tiempo y de amor por la tierra que laborar para un Estado que construye un mejor país. Aquel país donde, parafraseando al poeta, si tuviéramos que volver a nacer desearíamos ser nuevamente parte de él.

 

 

Publicado en Gestión, 09 de septiembre de 2021.