LECCIONES LABORALES DE EUROPA


A los estadounidenses les cuesta aprender de la experiencia foránea. La envergadura del país y el rol del inglés como lengua internacional (que reduce nuestro interés por aprender otras), conspiran para que no tomemos en cuenta modos de vida alternativos y las posibilidades de cambio.

Nuestra insularidad es especialmente perjudicial cuando se trata de países con los que tenemos mucho en común.

Europa Occidental es nuestro par tecnológico, pero sus políticas e instituciones son muy distintas de las nuestras, y podríamos aprender un montón analizando esas diferencias. Lamentablemente, cualquier sugerencia de que está haciendo algo que podríamos emular tiende a ser acallada al grito de "socialismo". Al respecto, hay un aspecto de la coyuntura económica que ha sido poco discutido: el éxito europeo en lograr el retorno a la fuerza laboral de trabajadores que estuvieron inactivos por la pandemia.

Estados Unidos está experimentando la "Gran Renuncia" significativa caída en el número de personas dispuestas a laborar con salarios prepandemia. Hoy están empleados cuatro millones menos que en vísperas del arribo del covid-19 y, pese a ello, la tasa de renuncias de los empleadores para hallar personal ha generado un rápido incremento de salarios.

A principios de año, muchos republicanos insistían en que la escasez laboral se debía a los generosos subsidios al desempleo, pues desalentaban que las personas acepten trabajar. Pero esos beneficios ya expiraron y no ha habido ningún efecto sobre la participación en la fuerza laboral. ¿Por qué?

Una comparación con Europa podría arrojar algunas luces. Resulta que la Gran Renuncia es un fenómeno mayormente estadounidense.

Los países europeos han tenido mucho más éxito en hacer que la gente vuelva a trabajar. En Francia en particular, el empleo y la fuerza laboral están muy por encima de los niveles prepandemia. En parte, esta diferencia se explica por los trabajadores mayores.

En Estados Unidos, el declive de la fuerza laboral ha sido muy pronunciado en mayores de 55 años, muchos de los cuales no han retornado luego de los despidos causados por la pandemia. Este sería un factor menos relevante en Francia, donde la jubilación tiende a ser más temprana. No obstante, en países como Dinamarca, los adultos de más edad tienen mayor probabilidad de estar empleados que sus contrapartes estadounidenses; pero Dinamarca también ha evitado una Gran Renuncia.

Otra respuesta radica en cómo se abordó el alivio frente al covid-19.

Si bien Estados hizo ciertos esfuerzos en ayudar a las empresas, el principal apoyo fue subsidios para trabajadores desplazados. En cambio, Europa aplicó esquemas de retención laboral, respaldo gubernamental orientado a mantener las planillas aunque los empleados estuviesen inactivos.

Los problemas del enfoque estadounidense se están haciendo evidentes. No hay data que indique que el subsidio haya desalentado el empleo, pero mientras el apoyo en Europa posibilitó que los trabajadores sigan vinculados a sus centros de labores, facilitando un rápido retorno, las medidas aplicadas en Estados Unidos hicieron que muchos de esos vínculos se rompan, dificultando la recuperación del empleo.

Por último, tengo una hipótesis especulativa: quizás un motivo de que los europeos no hayan optado por una Gran Renuncia es que no odian sus empleos tanto como los estadounidenses. Un factor de la renuencia de estos a vovler a sus antiguos trabajos es que muchos reevaluaron sus decisiones de vida, un número significativo habría concluido que no valía la pena seguir con bajos salarios y pésimas condiciones laborales.

Obviamente que Europa no es un paraíso para los trabajadores, pero algunos empleos que son extenuantes y mal remunerados en Estados Unidos son menos horribles al otro lado del Atlántico. En Dinamarca, McDonald's paga más de US$ 20 por hora y ofrece seis semanas de vacaciones pagadas al año. Tal vez sea un caso excepcional, pero Estados Unidos destaca entre los países ricos por tener un bajo salario mínimo, otorgar muy poco tiempo vacacional y no ofrecer licencias por nacimiento o por enfermedad.

La opinión de la élite estadounidense, en particular pero no solamente de la derecha, asumió hace mucho que mejorar los empleos es contraproducente porque el aumento de los costos laborales reduciría el empleo. Pero la experiencia europea dice lo contrario. Incluso antes de la pandemia, a muchos de esos países les iba bastante bien en la creación de empleo. Por ejemplo, Francia ha mostrado consistentemente tasas de empleo superiores que las de Estados Unidos para adultos en edad productiva.

Y ahora, después de una espantosa disrupción de la vida laboral, las políticas en favor del trabajador parecen estar ayudando a las economías europeas a lograr una recuperación del empleo más rápida, en comparación con lo que está haciendo Estados Unidos. ¿Estamos seguros de que no tenemos nada que aprender de esa experiencia?

 

Publicado en Gestión, 01 de diciembre de 2021.