¿PUEDE OCURRIR EN EL PERÚ UNA CRISIS FINANCIERA?

 

La respuesta a esta pregunta diría que es un rotundo no. Nuestras instituciones financieras están bien capitalizadas y la regulación financiera ha ido mejorando desde la crisis que sufrió el país entre fines del siglo pasado y el presente siglo. Como recordamos, algunos bancos quebraron en esos años y otros fueron capitalizados castigando a los propietarios de los mismos. Esta experiencia marcó bastante a las autoridades económicas que fueron introduciendo mejores sistemas de regulación e instrumentos macroprudenciales adecuados.

En el caso del Perú, se ha incrementado la tasa de referencia desde 0,25% en julio de 2021 hasta el 7,75% en enero del presente año, nivel en el que se mantiene hasta el momento. Se han dado ciertos avisos sobre posibles nuevas alzas, pero veremos si ello será posible. La inflación a febrero alcanzó un nivel de 8,65%. Sin duda, hay factores de oferta que han generado este incremento de precios debido a que se han dado bloqueos de carreteras debido a la incertidumbre política que hemos visto en los meses de diciembre y enero. Los fenómenos naturales ocurridos recientemente pueden impactar en la inflación debido a la pérdida de cultivos y destrucción de infraestructura que disminuyen la oferta de productos e impactan en el corto plazo en los precios. Ante esos factores es poco lo que puede hacer el Banco Central con la herramienta de la tasa de referencia.

A nivel mundial ha surgido el debate, a propósito de la quiebra de algunos bancos grandes en Estados Unidos y los problemas que han surgido con el Credit Suisse, si es posible seguir elevando las tasas de interés sin poner en riesgo la salud del sistema financiero. Una subida de la tasa de interés provoca que menos personas o empresas demanden crédito. Otro de los resultados posibles es que aquellos agentes económicos amantes del riesgo serán los que demandarán crédito, lo que genera la posibilidad de un problema de solvencia más adelante. Los proyectos de alto riesgo generan altos rendimientos, pero también tienen una probabilidad alta de no tener éxito. Ello pone en riesgo la cartera de cualquier banco y puede elevar las tasas de morosidad. Esto genera pérdidas que deben ser cubiertas con capital de la entidad, lo que puede llevar a un deterioro patrimonial. Cuando las personas o empresas que tienen depositados sus recursos en una entidad financiera se enteran de esta situación, buscan retirar su dinero y se produce una corrida bancaria. Para hacer frente a los retiros, los bancos tienen que vender sus activos. Estos, dada la situación, presentan una caída en valor.

Estos dos elementos están en la balanza en estos momentos: por un lado, una inflación “chúcara” que no cede, y por otro lado, si seguimos subiendo la tasa de interés podemos afectar la salud del sistema financiero. Otro factor importante es el efecto de la tasa de interés sobre el producto. Un crédito más caro afecta la actividad económica, porque consumir e invertir se vuelve más complicado.

Ahora, ¿qué pasa en nuestro país? Nuestro sistema tiene fortalezas como hemos mencionado, pero debemos vigilar algunas cifras. Las tasas de interés que cobra el sistema financiero han ido incrementándose en este último año y medio. Ello ha llevado a un cambio en la dinámica del crédito. Según los últimos datos de la Superintendencia de Banca y Seguros (SBS), el número de deudores en enero de este año ha aumentado, lo que es consistente con el ambiente de desaceleración de la economía. Sin embargo, el número de créditos ha disminuido en global y viene ocurriendo un cambio en su composición. La caída global a enero de este año asciende a 5,6%. Ello se explica, a su vez, por el retroceso de 8,78% de los créditos en moneda nacional, y el aumento de 3,79% del crédito en moneda extranjera. Lo anterior implica un mayor riesgo cambiario que están asumiendo aquellos que se endeudan. Por otro lado, los créditos a las empresas han caído en 11%, pero los de consumo aquellos que implican un mayor nivel de riesgo han crecido en 13,71%. El principal factor que explica esto último es el crecimiento del uso de las tarjetas de crédito.

Los datos anteriores deben tomarse en consideración al momento de discutir los futuros pasos en el manejo de la tasa de interés por parte del Banco Central de Reserva. Si la inflación está generándose por factores de oferta, hay una mayor cantidad de créditos de consumo, hay cada vez más créditos en dólares y la economía se está desacelerando. ¿Tiene sentido seguir subiendo la tasa de interés de referencia como ha ocurrido el miércoles en Estados Unidos? Mi sugerencia sería que no. Probablemente tengamos que aceptar una inflación mayor al rango meta por un tiempo. El Banco Central tiene como rol la estabilidad monetaria, no cabe duda. Pero debe tomar en cuenta todo el panorama. A ello debe sumarse un seguimiento riguroso al comportamiento del mercado de crédito para no continuar con tendencias que podrían ponernos en problemas más adelante. Estamos lejos de ello, pero debemos ser celosos desde ahora.

 

 

Autor: Carlos Casas Tragodara. Publicado en El Comercio, 26 de marzo del 2023.