A FAVOR DE LA SOSTENIBILIDAD

 

 

En los últimos años, la sostenibilidad, representada por los factores ASG (ambientales, sociales y de gobernanza), ha adquirido mayor importancia en el sector privado. Un ejemplo de ello es que, según el estudio "Sustainability in the Spotlight" del Diligent Institute de 2024, el 96% de los directores de empresas en Estados Unidos y Europa planean mantener o aumentar su enfoque en ASG en los próximos cinco años. Además, un informe de Bloomberg, que analizó las transcripciones de presentaciones financieras de las 100 mayores empresas de Europa y Estados Unidos, revela que solo en el primer trimestre de este año, el cambio climático fue mencionado 699 veces y la diversidad, 169 veces.

Actualmente, las empresas no solo comprenden la importancia ética de generar un impacto positivo en su entorno, sino que también reconocen el valor económico que esto puede generar. Esta realidad es especialmente evidente para los inversionistas institucionales, como las administradoras de fondos de pensiones.

No obstante, a pesar de la creciente adopción de los factores ASG en el ámbito empresarial, también ha aumentado la resistencia política hacia ellos, especialmente en Estados Unidos. Algunos argumentan que el enfoque en la sostenibilidad, en particular en temas como la protección ambiental y la diversidad, desvía a las empresas de su objetivo principal de generar ingresos. Además, el reajuste de prioridades en algunos países debido a la guerra en Ucrania y su impacto en la economía y la seguridad ha reducido el flujo de recursos hacia objetivos sostenibles. Por ejemplo, mientras que en 2021 los fondos sostenibles superaron los 160 mil millones de dólares en el cuarto trimestre, en el primer trimestre de este año no alcanzaron los 20 mil millones.

Ante esta situación, es importante recordar el valor de las inversiones basadas en criterios ASG.

Primero, la esencia de la sostenibilidad y de la implementación de los factores ASG radica en que las empresas privadas tienen el poder de generar un impacto positivo en los países donde operan, y no deben desaprovechar esta oportunidad. Las empresas del sector financiero, por ejemplo, pueden contribuir a la educación financiera o apoyar a empresas con prácticas ambientales responsables mediante inversión y financiamiento. Además, el sector privado puede aportar a través de programas como obras por impuestos o fomentar la inclusión mediante prácticas de contratación basadas en el talento y la igualdad de oportunidades, sin discriminación. Estas acciones, en conjunto, contribuyen a la construcción de un país mejor.

Las políticas de sostenibilidad, por lo tanto, refuerzan la idea de que el Estado no es el único responsable de crear bienestar en la sociedad.

En segundo lugar, la expansión de las políticas ASG fomenta un debate positivo sobre la capacidad del sector privado para autorregularse y ocupar espacios que el sector público no cubre. Especialmente en un contexto en el que los consumidores exigen cada vez más compromiso de las empresas con las que interactúan. Aunque queda mucho por avanzar, como en la divulgación transparente de resultados en sostenibilidad, está claro que este es el camino correcto.

En tercer lugar, y quizás lo más importante, existe una conexión entre la apuesta por la sostenibilidad y la obtención de mejores resultados empresariales. Un estudio del Center for Sustainable Business de NYU Stern School of Business muestra que las inversiones basadas en criterios ASG ofrecen mejores retornos a largo plazo. Además, se ha encontrado que las empresas sostenibles son más resilientes en situaciones económicas adversas (como la crisis del COVID-19) y son más innovadoras. Todos estos factores no solo fortalecen el negocio, sino que también las hacen más atractivas para los inversionistas y los consumidores cada vez más exigentes.

En resumen, hay muchas razones para apoyar las políticas de sostenibilidad que promueven muchas empresas en el mundo. Estas son esenciales para consolidar una relación saludable entre el sector privado y la sociedad en general, y es crucial protegerlas de la politización. No solo es lo correcto, sino que también es rentable.

 


Autor: Galantino Gallo.Fuente: Diario Gestión- pag.16, 07 de agosto del 2024.