LOS DESAFIOS DE CONVERTIRSE EN UNA EMPRESA MENOS JERARQUICA

 

 

Las antiguas estructuras organizacionales, al igual que los hábitos arraigados, pueden resistirse a desaparecer por completo. Aunque las empresas intentan adoptar modelos más planos y flexibles, los vestigios de jerarquías pasadas pueden persistir y obstaculizar los procesos de cambio. Estas estructuras "zombi" se manifiestan en dinámicas como la necesidad de aprobación por parte de los altos mandos o la rigidez en los canales de comunicación, lo que socava la agilidad y la autonomía que se busca con las estructuras descentralizadas. Para lograr una transformación efectiva, no basta con crear nuevas formas de organización; es esencial eliminar activamente las prácticas anteriores y evitar su reaparición. Medidas como auditorías periódicas, retroalimentación constante y programas de reorientación pueden ser clave para evitar la resurrección de antiguas estructuras y garantizar que el cambio sea sostenible.

En este contexto, las empresas también enfrentan el desafío de gestionar múltiples iniciativas de cambio simultáneamente. Intentar equilibrar la transición hacia una estructura plana mientras se implementan otras reformas organizacionales puede generar conflictos y dificultades de alineación. Para minimizar estos problemas, resulta fundamental establecer una planificación clara que delimite la secuencia y la interrelación de las distintas iniciativas. Implementaciones por etapas, designación de equipos específicos y una priorización estratégica basada en criterios como urgencia e impacto pueden facilitar la adaptación. Además, la comunicación frecuente sobre el progreso y la lógica de cada cambio ayuda a alinear a los empleados con los objetivos de transformación.

Otro aspecto crucial en este proceso es el rol del liderazgo en un entorno descentralizado. Los modelos tradicionales de autoridad jerárquica deben dar paso a un liderazgo más flexible y equilibrado, donde el exceso de control puede sofocar la autonomía y, en contraste, una actitud excesivamente pasiva puede generar incertidumbre. Los líderes deben adoptar una mentalidad de aprendizaje continuo, estar abiertos a la retroalimentación y ajustar su estilo de dirección según las necesidades de la organización. Este enfoque permite garantizar la claridad en la toma de decisiones sin menoscabar la independencia de los equipos.

Por último, los cambios organizacionales suelen ir acompañados de una proliferación de términos y conceptos novedosos que, lejos de facilitar la comprensión, pueden generar confusión y crear barreras dentro de la empresa. Cuando la terminología no se asimila de manera uniforme, se corre el riesgo de que se afecte la comunicación y la colaboración entre los empleados. Para evitar este problema, es recomendable establecer un glosario claro, realizar sesiones de orientación y ofrecer talleres que expliquen el significado y la aplicabilidad de estos términos. De este modo, se puede construir un lenguaje común que refuerce la cohesión organizacional y facilite la adopción de las nuevas estructuras.



Autora: Harvard Business Review. Fuente: Diario Gestión- pag.24, 15 de enero del 2025.